Los birmanos, desamparados ante la brutalidad e impunidad del Ejército, piden ayuda al exterior. "¿Quién va a venir a ayudarnos? ¿Saben en su país lo que está pasando? ¿Por qué nadie nos ayuda?", pregunta un joven monje que se levanta del suelo en medio de gases lacrimógenos con las gafas rotas por el impacto de la bala de un fusil.
Las escenas de Rangún producen una mezcla de admiración y desolación a la vez. Es admirable ver el coraje con el que los birmanos se enfrentan a una de las dictaduras más brutales del mundo sin levantar la mano, pero sumamente desolador comprobar la diferencia de fuerzas. Uno a uno, media docena de monjes atravesó ayer una muchedumbre de gente que se abría para hacerles paso y se arrodillaba con lágrimas en los ojos ante su presencia en la avenida de la pagoda Sule. Los religiosos eran pocos porque los militares habían asaltado sus monasterios durante la madrugada del miércoles, pero aún así querían liderar las manifestaciones. Levantaron sus pequeñas hogueras para quemar incienso, sacaron sus fotografías de Buda y se sentaron a escasos 100 metros de las tropas birmanas. "Venceremos", decía su cántico. "Venceremos", repetían los manifestantes.
Un grupo de emigrantes birmanos se manifiesta en la embajada de su país en Tokio con fotos de Aung San Suu Kyi, la líder encarcelada del movimiento democrático. (Foto: AP)
Unos religiosos sanaban las heridas de los otros en los monasterios y pagodas. La mayoría presentaban brechas en la cabeza y algunas fracturas provocadas por las cargas policiales. Los birmanos están más convencidos que nunca de que sólo la ayuda exterior desnivelará la balanza en su favor y derrocará al régimen que han padecido durante 45 años. Ni las sanciones ni las condenas han tenido ningún efecto durante todo este tiempo. Los generales de Rangún siempre han encontrado aliados gracias a los recursos naturales que ofrece la tierra birmana y a su privilegiada posición estratégica en el sureste asiático. Durante años, la India y China han competido por armar, financiar y apoyar a uno de los Gobiernos más brutales del mundo por el mero hecho de que no fuera el rival el beneficiado. "Queremos que Bush [el presidente estadounidense] venga a ayudarnos. Si nos dejan solos, nos matarán como a moscas", decía el jueves Nay, uno de los manifestantes que portaban una pancarta de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el principal partido de la oposición.
Fuente: Diario El Mundo de España
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