lunes, octubre 29, 2007

Cristina Kirchner, presidenta

El poder en la Argentina cambiará de manos, pero quedará en familia: Cristina Fernández de Kirchner sucederá a su esposo el 10 de diciembre, después de ganar las elecciones de ayer con el 43 por ciento de los votos y una distancia que pulverizaba la expectativa de una segunda vuelta. Escrutado el 40,49% de las mesas, a casi 23 puntos de distancia quedaba Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, que sólo a la 1.35 reconoció su derrota, debido a una inusual demora en la carga de datos. De todos modos, tenía consuelo en el claro triunfo de su lista en la ciudad de Buenos Aires. Roberto Lavagna, acompañado por el radicalismo, quedaba en el tercer lugar. Un caos sin precedente en las mesas de votación de las grandes ciudades y una polémica selección de los datos cargados en el escrutinio alimentaron cierto misterio acerca del resultado. Ya había pasado la medianoche y apenas se conocía el número del 36,25% de las mesas. Pero desde las 21.30, las primeras cifras oficiales empezaron a confirmar los pronósticos.
La ganadora arrasó en la provincia de Buenos Aires, el gran motor del triunfo que le permitirá convertirse en la primera mujer elegida para gobernar la Argentina. El Frente para la Victoria obtenía allí más del 46% de los votos, aunque con una bajísima cifra de datos: menos del 10% de las mesas. El vicepresidente Daniel Scioli se imponía como gobernador con aún más votos que la lista de la propia Cristina Kirchner. A las 21.57, con menos del 10% de los votos cargados, Cristina Kirchner hizo su primera irrupción como presidenta electa. Tenía los ojos brillosos. El primer abrazo fue de un sonriente Néstor Kirchner. “Quiero convocar a todos los argentinos, sin rencores, sin odio; el odio sólo destruye”, dijo. La aplaudía todo el gabinete nacional en un salón de hotel colmado de dirigentes, militantes y prensa de todo el mundo. Habló 14 minutos, en los que no dio pistas de qué hará su gobierno. Reivindicó la concertación de peronistas con radicales y se declaró consciente de una “responsabilidad adicional” por ser mujer. Cristina Kirchner había llegado a ese hotel, proveniente de Santa Cruz, a las 18.45. A esa hora todavía había colas de votantes en las escuelas porteñas: la Justicia tuvo que prorrogar una hora el horario electoral. Pero a las 21 todavía votaba gente en la ciudad y en el conurbano.
El desorden tuvo centro en la Capital y hubo problemas en casi todos los grandes centros urbanos debido a la ausencia de autoridades de mesa y el faltante de boletas. “Fue el acto eleccionario más cristalino que se haya visto”, dijo, sin embargo, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, en las horas de desconcierto. La oposición no coincidió, presentó denuncias de irregularidades en la tediosa espera de los datos (el robo de boletas en el conurbano fue la trampa más cuestionada). Casi todos los candidatos admitieron antes de las 23 el contundente triunfo de la fórmula Cristina Kirchner-Julio Cobos. Carrió demoró hasta la 0.30 su primera aparición, y lo hizo para denunciar que los datos incorporados al escrutinio dejaban fuera distritos donde su coalición tenía buenos números. Un dato destacable fue el bajo índice de asistencia: el 72,73 por ciento, el número más bajo desde 1928. El futuro gobierno asumirá con un poder enorme: con los datos conocidos a medianoche se aseguraba la mayoría en la Cámara de Diputados, ratificaba el dominio en el Senado y ganaba las ocho gobernaciones en juego (incluida Santa Cruz), con lo que 19 provincias tendrán gobiernos kirchneristas desde el 10 de diciembre.

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