miércoles, noviembre 28, 2007

BOLIVIA: Frente a la Polarizacion

Difícil resulta prever si llegará un punto en que el conflicto que conmueve al país experimente una inflexión desde la cual sea posible que el gobierno y la oposición devuelvan la paz social y la convivencia civilizada, en circunstancias en que la polarización parece haber alcanzado un grado irreversible. Así se infiere del paro que seis de los nueve departamentos; es decir, las tres cuartas partes del territorio nacional que albergan al 58 por ciento de la población, realizarán hoy en protesta contra la aprobación, en grande y dentro de un recinto militar, del proyecto de nueva Constitución elaborado por el Movimiento al Socialismo, así como de la violencia desatada en la ciudad de Sucre el pasado fin de semana y de la redistribución del Impuesto Directo a los Hidrocarburos.
De situación tan tirante es responsable en mayor proporción el régimen establecido en enero de 2006, luego de elecciones democráticas que le brindaron resonante triunfo en razón de la voluntad de cambio que se anidaba en la ciudadanía en general, sin empero sospechar que los ungidos desarrollarían una política excluyente y revanchista a contramano de las tendencias predominantes en casi todo el resto del planeta, además de afanarse en lograr su perpetuación en el poder por conducto de una reforma constitucional amañada, generando la desilusión y el consiguiente rechazo hasta de quienes les concedieran su voto en las unas. A propósito, el primado de la Iglesia Católica, con la lucidez que le caracteriza y a tiempo de clamar porque se frene la carrera al precipicio de los odios y rencores al que han empujado a nuestro pueblo --se entiende que las autoridades en funciones y los frentes que les hacen oposición--, sentenció ayer desde Roma que no era fácil hablar de paz en medio del conflicto, peor todavía cuando se incentiva y se aplaude ese conflicto, revelando una visión precisa de lo que acontece y es causa de inquietud de propios y extraños, tal el caso de naciones amigas y organismos multilaterales que igualmente han dejado escuchar su voz.
En este contexto, sin embargo, en qué momento y de qué forma detener esa marcha al barranco si jornada que transcurre la pugna entre las facciones cobra renovada carga anímica y se aferra a lo que cada una cree legítimo por encima del inconsulto criterio del conjunto del cuerpo social? Históricamente, Bolivia no ha sido ajena a trances de toda naturaleza y la solución a los más fue en privilegio del desastre, al margen de cualquier perspectiva de avenimientos constructivos. ¿Estamos nuevamente próximos a esos extremos que en la práctica no han hecho otra cosa que sumirnos en la miseria y sembrar dudas acerca de la viabilidad de la república en el concierto internacional? Esperemos que a última hora se impongan la reflexión y enmienda por instinto de supervivencia.

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