sábado, noviembre 17, 2007

La minuciosa gestión de los Kirchner para armar el Congreso

Como si de una división de bienes se tratara, Néstor y Cristina Kirchner se repartieron de manera salomónica la potestad de definir los nombres que ocuparán los principales cargos en cada una de las cámaras legislativas.

Así, mientras el Presidente fue quien definió personalmente el reparto de poder en la Cámara de Diputados, y bendijo al jujeño Eduardo Fellner para conducirla; su esposa-sucesora tuvo la palabra final sobre cómo quedará el nuevo esquema de conducción y de comisiones en el Senado.

Una de las primeras definiciones adoptadas por Cristina Kirchner fue la continuidad de José Pampuro como presidente provisional de la Cámara alta. Más allá de la confianza de la pareja presidencial que el ex colaborador de Eduardo Duhalde se ganó a partir de 2003, Pampuro tendrá para este nuevo período presidencial una tarea adicional: controlar a Julio Cobos y sus pretensiones de convertirse en un vicepresidente hiperactivo.

Algo de eso hubo ya. Hace dos semanas, Cobos intentó enviar una "comisión fiscalizadora" de tres representantes para "organizar la transición" de su llegada al Senado. Los senadores oficialistas lo contuvieron con cara destemplada: "Esto no es un ministerio, acá no hay transición".

Tras ese escarceo, en el Senado aceptaron recibirlo una semana después. Pampuro y el jefe del bloque oficialista, Miguel Pichetto, encabezaron la recepción en la que se le dejó claro a Cobos que el vicepresidente no es un senador y, por eso, no está habilitado a meterse en la vida política de la cámara. Lo invitaron a "dedicarse a ocupar el cargo" para el que fue elegido.

La sucesión

Pero donde más interés puso la "señora", como le dicen a la presidenta electa en el Senado, fue en la definición de su sucesor al frente de la Comisión de Asuntos Constitucionales.

Para ese estratégico cargo Pichetto propuso al senador por Chubut Marcelo Guinle, actual vicepresidente de la comisión y que hasta 2005, cuando aún gozaba de la confianza de los Kirchner, había ocupado la presidencia provisional del Senado, hasta que una pelea con el gobernador de su provincia, Mario Das Neves, le hizo perder ese sitial. La propuesta no fue del agrado de Cristina Kirchner que, apelando al criterio que ha aplicado su marido para ocupar cargos de importancia en el Gobierno, designó al santacruceño Nicolás Fernández en ese lugar.

Oriundo de Puerto Deseado, Fernández es un auténtico soldado kirchnerista que ha demostrado una lealtad a prueba de balas al matrimonio presidencial. Ahora le garantizará a la futura presidenta línea directa para llevar adelante sus proyectos. El dato no es menor cuando se habla de que la futura jefa del Estado planea cambios institucionales y circulan rumores sobre la posibilidad de que se impulse una reforma constitucional.

Cristina Kirchner también se preocupó por decidir al futuro presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, cargo que quedará vacante porque finaliza el mandato de su actual titular, Jorge Capitanich, gobernador electo del Chaco.

En este caso, el elegido fue el empresario Roberto Urquía, dueño de la Aceitera General Deheza, y que en las elecciones de octubre había ganado una banca como diputado nacional. Hasta el martes, cuando habló Cristina y lo designó, Urquía se mostraba deprimido por el resultado de los comicios -fue el distrito donde peor elección hizo Cristina Kirchner- y evaluaba irse a su casa. El nuevo cargo lo hizo cambiar de opinión.

Como se ve, Cristina abandonará el Senado el 10 de diciembre -en realidad, este año casi ni pisó la Cámara-, pero su impronta seguirá marcada a fuego.

Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires

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