Cada vez más presionado por la oposición interna y por la comunidad internacional para que ponga fin a la grave crisis política que desde hace dos semanas sacude a Paquistán, el presidente Pervez Musharraf anunció ayer que dejará la jefatura del ejército antes de fin de mes, en respuesta a uno de los principales reclamos de los críticos de su régimen. Pese al gesto conciliador, ayer se incrementaron las presiones sobre Musharraf para que ponga fin al estado de emergencia que decretó el 3 de este mes y que desató la actual crisis en esta potencia nuclear, cuyo territorio es refugio de los terroristas de la red Al-Qaeda. Mientras los principales líderes opositores iniciaban negociaciones para formar una alianza contra Musharraf, Washington intensificó sus críticas al mandatario -un aliado clave en la lucha contra el terrorismo-, al afirmar que su gobierno estaba "descarrilado". Según el diario The New York Times , en el gobierno estadounidense crecen las dudas de que Musharraf pueda mantenerse por mucho tiempo más en el poder. En un incidente que empeoró el clima de tensión y agravó aún más la delicada situación de Musharraf, dos niños de 11 y 12 años y un adulto murieron ayer durante una protesta contra el mandatario, y se convirtieron en las primeras víctimas mortales desde que los opositores al gobierno salieron en masa a las calles para exigir el retorno de la democracia. "El presidente dijo que se quitará el uniforme antes del 1º de diciembre", anunció el fiscal general del Estado, Malik Mohammed Qayyum.
Musharraf, que llegó al poder a través de un golpe de Estado en 1999, declaró el estado de emergencia y destituyó a los jueces de la Corte Suprema hace 12 días, cuando los magistrados se disponían a pronunciarse sobre la legalidad de su reelección, el mes pasado. Los jueces cuestionaban que Musharraf, siendo presidente, mantuviera el cargo de jefe del ejército. La declaración del estado de emergencia, que derivó en el arresto de unos 2500 opositores e incluyó una fuerte censura de prensa, fue interpretada por sus críticos como un intento desesperado de Musharraf de retener el poder. El anuncio de ayer se produjo cuatro días después de que Musharraf prometiera realizar elecciones legislativas antes del 9 de enero próximo, otra de las exigencias de la oposición. No obstante, los líderes opositores rechazan la organización de elecciones bajo el estado de excepción, ya que dudan de que puedan celebrarse de manera libre y justa. Por otro lado, el Parlamento paquistaní quedó anoche disuelto, al terminar el período legislativo de cinco años, tras lo cual Musharraf anunció que el presidente del Senado, Mohammedmian Soomro, encabezará un gobierno de transición, que estará en funciones hasta las elecciones legislativas. Pero la ex primera ministra y líder de la oposición Benazir Bhutto, a la que ayer se le revocó el arresto domiciliario, anunció que estaba trabajando en la formación de un gobierno de unidad nacional para reemplazar a Musharraf, en el caso de que el mandatario dejara el poder. Bhutto afirmó que Musharraf era "inaceptable" aunque se sacara el uniforme y dijo que estaba contactando a todos los partidos de la oposición para que se sumaran a su alianza y forzaran al mandatario a dimitir. "Al final, la gente saldrá a las calles para hacer que Musharraf se vaya. Y eso pasará dentro de poco", advirtió. Ayer se vislumbraba una posible alianza entre Bhutto y el también ex premier Nawaz Sharif, al que Musharraf derrocó en 1999.


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