El Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) celebró ayer una tensa reunión que hasta la medianoche no tenía aún un acuerdo sobre el conflicto abierto entre Colombia y Ecuador, al que volvió a sumarse verbalmente Venezuela. Sobre la mesa estaba la celebración de una reunión de los ministros de Relaciones Exteriores del continente, la creación de una comisión en torno a lo ocurrido el sábado en el ataque colombiano a un campamento de las FARC en territorio de Ecuador y una declaración conjunta de todos los países miembros.
El único punto en el que se atisba un acuerdo es en la reunión de los cancilleres. Ecuador deseaba que fuese el martes próximo, y Colombia deseaba esperar hasta el 25 de marzo, por lo que ambas partes acordaron la fecha de consenso del 18 de marzo. Sin embargo, la celebración de la reunión depende del acuerdo en los otros dos puntos. Ecuador desea que la comisión sea de verificación in situ de los hechos, a lo que Colombia se niega. Los colombianos solo aceptarían una comisión de exploración política sobre el conflicto. La declaración conjunta provocó los más encendidos debates. Ecuador, con el apoyo fundamentalmente de Venezuela, Bolivia y Argentina, desea que la OEA emita una declaración de condena de lo ocurrido, a lo que Colombia, con el respaldo de Estados Unidos, se opone.
Después de celebrar la sesión pública, todos los embajadores ante la OEA se recluyeron para debatir las conclusiones. No hubo acuerdo, y el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, se reunió en solitario con los representantes de Colombia y Ecuador para intentar romper el bloqueo. Antes del inicio de las reuniones a puerta cerrada, el encuentro estuvo cargado de tensión en torno a la incursión el sábado del Ejército y la Policía colombianos en territorio ecuatoriano para atacar un campamento de las FARC. Ecuador, que estuvo representado por su ministra de Relaciones Exteriores, María Isabel Salvador, denunció “la violación a la soberanía y el territorio” y aseguró que “no será suficiente una disculpa diplomática”.
Colombia, por su parte, justificó el ataque y además reiteró sus acusaciones a los gobiernos ecuatoriano y venezolano de colaborar con las FARC, lo que a su juicio constituye una violación de los acuerdos de la ONU y la OEA sobre terrorismo.
Venezuela se alineó con Ecuador e incluso fue más lejos que el gobierno de Quito al acusar a Colombia de ser un “enclave guerrerista”, de practicar el “terrorismo de Estado y el genocidio” y poner en peligro la paz y la estabilidad del continente. Jorge Valero, embajador ante la OEA y viceministro para América del Norte y Asuntos Multilaterales de Venezuela, calificó de “pirotecnia diplomática”, “falacias y mentiras” las acusaciones de Colombia de que el ejecutivo que preside Hugo Chávez facilitó dinero y armas a las FARC.
Mientras, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, expresó un “completo apoyo” a su colega colombiano, Alvaro Uribe, y señaló que se opone a “cualquier acto de agresión que pueda servir para desestabilizar la región”. Acusó al mandatario venezolano, Hugo Chávez, de hacer “maniobras provocadoras” y pidió al Congreso de EE.UU. aprobar el Tratado de Libre Comercio (TLC) pendiente con Colombia por tratarse de una cuestión de seguridad nacional y para evitar seguir dando “alas a los demagogos”, en aparente alusión al gobernante de Venezuela.
El ex presidente cubano Fidel Castro acusó a EE.UU. de “cometer un monstruoso crimen” en Ecuador, en un artículo divulgado ayer por medios oficiales, en el que asegura que “bombas yanquis, guiadas por satélites yanquis”, mataron allí a 21 rebeldes colombianos el sábado.
Líderes demócratas y republicanos de la Cámara de Representantes de EE.UU. instaron a la Organización de Estados Americanos (OEA) a que envíe una delegación de alto nivel para ayudar a resolver la crisis “a través del diálogo y una mejor comunicación”.
Fuente: Diario El Comercio de Quito
No hay comentarios.:
Publicar un comentario