Por Editorial Diario El Comercio de Quito
La situación producida por la violación colombiana a la soberanía del Estado ecuatoriano y la acusación, luego del ataque, de que en el territorio nacional existen santuarios de la FARC pueden producir efectos contraproducentes en el ámbito interno del país.
Por un lado existen anuncios de expresiones públicas de apoyo al Gobierno con las cuales no es posible disentir; por el contrario, como ecuatorianos se debe consolidar una sola posición de unidad nacional, ya que no existe un ciudadano que justifique acciones bélicas en nuestro territorio por parte de las fuerzas de otro Estado.
Otra cosa distinta es que las manifestaciones encubran contenidos ideológicos de algunos grupos que aspiren a que el Ecuador otorgue a las FARC el estatuto de fuerza beligerante como ha hecho Venezuela; es decir, una entidad que por el Derecho Internacional es acreedora a algunos derechos y protecciones. Esto es inadmisible en el caso de la FARC por el cautiverio a que tiene sometidos a cientos de rehenes y otras violaciones al Derecho Humanitario .
Por eso hay que diferenciar claramente la adhesión a la posición soberana del Gobierno Nacional con identificaciones de otra naturaleza. En el otro lado de la medalla, la desarticulada oposición puede hacer madera de batalla con el lado oscuro de la situación, partiendo de la acusación colombiana -hechos aún no comprobados- de una relación política del Régimen con la FARC, y la aparente permisividad con la que ese grupo ocupa nuestro territorio.
En este entorno hay un capítulo, que debe ser aclarado antes de ubicarse en el escenario de la manipulación y es el relacionado con las Fuerzas Armadas antes, durante y después del incidente bélico. La prensa nacional y la ciudadanía han recibido el reiterado pronunciamiento de que las FF.AA. vigilan en grandes números nuestra frontera norte; también han conocido de los repetidos reclamos a Colombia para resarcirnos de nuestras pérdidas; sin embargo, parecería que no han sido suficientemente claros y firmes, al extremo que los estratégicos radares solo operan en ciertas horas, motivo por el cual tardaron varias horas en conocer de una grave agresión a nuestra soberanía.
La situación producida por la violación colombiana a la soberanía del Estado ecuatoriano y la acusación, luego del ataque, de que en el territorio nacional existen santuarios de la FARC pueden producir efectos contraproducentes en el ámbito interno del país.
Por un lado existen anuncios de expresiones públicas de apoyo al Gobierno con las cuales no es posible disentir; por el contrario, como ecuatorianos se debe consolidar una sola posición de unidad nacional, ya que no existe un ciudadano que justifique acciones bélicas en nuestro territorio por parte de las fuerzas de otro Estado.
Otra cosa distinta es que las manifestaciones encubran contenidos ideológicos de algunos grupos que aspiren a que el Ecuador otorgue a las FARC el estatuto de fuerza beligerante como ha hecho Venezuela; es decir, una entidad que por el Derecho Internacional es acreedora a algunos derechos y protecciones. Esto es inadmisible en el caso de la FARC por el cautiverio a que tiene sometidos a cientos de rehenes y otras violaciones al Derecho Humanitario .
Por eso hay que diferenciar claramente la adhesión a la posición soberana del Gobierno Nacional con identificaciones de otra naturaleza. En el otro lado de la medalla, la desarticulada oposición puede hacer madera de batalla con el lado oscuro de la situación, partiendo de la acusación colombiana -hechos aún no comprobados- de una relación política del Régimen con la FARC, y la aparente permisividad con la que ese grupo ocupa nuestro territorio.
En este entorno hay un capítulo, que debe ser aclarado antes de ubicarse en el escenario de la manipulación y es el relacionado con las Fuerzas Armadas antes, durante y después del incidente bélico. La prensa nacional y la ciudadanía han recibido el reiterado pronunciamiento de que las FF.AA. vigilan en grandes números nuestra frontera norte; también han conocido de los repetidos reclamos a Colombia para resarcirnos de nuestras pérdidas; sin embargo, parecería que no han sido suficientemente claros y firmes, al extremo que los estratégicos radares solo operan en ciertas horas, motivo por el cual tardaron varias horas en conocer de una grave agresión a nuestra soberanía.
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