lunes, marzo 31, 2008

Otra plaza de los Kirchner, pero con un sello diferente

La Plaza de Mayo volverá a ser mañana el escenario sobre el que se posen todas las miradas políticas. Una vez más, desde que comenzó la era de los Kirchner, el oficialismo movilizará el aparato que conforman intendentes, piqueteros y sindicalistas con una intención clara y excluyente: que la movilización sea lo más masiva posible. No obstante, la marcha de mañana será muy distinta a las que la antecedieron en sus motivaciones políticas más profundas. Por primera vez, el kirchnerismo usará la plaza para hacer una demostración de fuerza, para marcar el terreno en el profundo conflicto que enfrenta al Gobierno con el campo desde hace casi 20 días.

Trasfondo conflictivo. De hecho, la movilización fue pensada como una defensa de Cristina Kirchner y de su política hacia el campo, origen de la crisis que derivó en el paro más largo que el sector haya llevado adelante en toda su historia y en el conflicto más severo desde que la Presidenta asumió el poder hace poco más de tres meses.

Las otras cuatro convocatorias del kirchnerismo en la Plaza también fueron demostraciones de fuerza o de apoyo, pero sin enemigos a la vista.

La de mañana será la segunda Plaza de Cristina. El 10 de diciembre del año pasado, tras el discurso en el Congreso , llegó a la Casa Rosada, donde la esperaba un festival de música. Los miles de manifestantes esperaban sus palabras. La flamante Presidenta no habló, pero cantó rodeada de Mercedes Sosa, Alejandro Lerner y Gustavo Santaolalla. Cauto, el ex presidente ocupó un segundo plano con el que evitó opacar el protagonismo de su mujer.

La era Néstor. Las Plazas de Mayo de Néstor Kirchner fueron tres. Cada una de ellas se convirtió, a la distancia, en una fotografía coyuntural, en un marcadores del pulso de sus cuatro años y medio de gestión. La primera acompañó su llegada al poder y dejó una imagen para el recuerdo. Era 25 de mayo de 2003. Con sangre en la frente, un pañuelo en la mano izquierda y el bastón presidencial en la derecha, a los empujones y rodeado de una marea de periodistas, Kirchner ingresó por primera vez en la Casa Rosada como presidente de la Nación. Antes, había escapado de sus custodios para acercarse a quienes intentaban saludarlo.

Además de la inocultable herida que el choque con una cámara de fotos le produjo en la frente, se convirtió en una síntesis perfecta de una de las características que marcarían sus años en el poder: la molestia con todo lo que huela a protocolo. Tal vez también de su conflictiva relación con la prensa.

Aniversario. Un año más tarde la excusa fue obvia: celebrar el primer año de gestión. Aunque no se asomó al balcón ni intentó zambullirse entre la gente, el Presidente se ocupó de que ese día la plaza estuviese lo más llena posible. Organizó un festival al que fueron alrededor de 120.000 personas. Por el escenario desfilaron Charly García, Silvio Rodríguez y hasta Piñón Fijo.

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