La ratificación, por parte del Presidente de la República, de la visión oficial en torno de un supuesto fracaso del referendo de la víspera en Santa Cruz, transmitida inicialmente a través del Ministro de Gobierno aun antes de conocerse el aplastante triunfo de la aprobación al Estatuto Autonómico de ese departamento, dejó entrever con carácter irrefutable que la crisis política que aqueja al país, dista mucho de resolverse, por más llamado que el mandatario hubiese hecho a los nueve prefectos para, según dijo, trabajar una verdadera autonomía, basada en la Constitución Política del Estado, se entiende que la que en proyecto tiene aprobada el Movimiento al Socialismo y es causal de la cruzada que hoy por hoy encabeza el pujante distrito oriental, seguido de Beni, Pando y Tarija, así como Cochabamba y Chuquisaca, aunque en menor medida hasta la fecha.
La inferencia tiene fundamento más consistente todavía si se toma nota de las alusiones presidenciales a las cuatro familias que en criterio suyo son las promotoras del proceso autonómico en más de la mitad del territorio nacional, juicio de valor al que añadió, atribuyéndolos a lo que de forma recurrente califica de oligarquía cruceña, no sólo los hechos de violencia registrados durante la consulta en áreas rurales que circundan la capital oriental y un barrio marginal de su radio urbano, cuyos habitantes son migrantes del occidente, principalmente, sino pretendidas irregularidades y fraude en las urnas, para rematarla afirmando que el ausentismo alcanzó un 39 por ciento, guarismo al que sumados los votos negativos y nulos, daría un 50 por ciento o más en contra del referendo, por lo que lo tildó de fracaso rotundo, además de divisorio del pueblo de Santa Cruz y engañoso para el resto de los bolivianos.
Ello, al margen de los elogios que el Presidente formuló a los militantes de su instrumento político y afines que se manifestaron en La Paz, El Alto Cochabamba, Oruro y Potosí en señal de rechazo al plebiscito, seguro de su espontaneidad y gravitación para inclinar la balanza en favor de su gestión, al punto de temer una rebelión de esos sectores en el propia zona vanguardista de la autonomía.
En resumen, el discurso gubernamental enarbolado desde al menos fines del año pasado sin norte definitorio y, si se quiere, corregido y aumentado para justificar una posición descalificando a la adversaria, sin embargo tanto de la contundencia del acto democrático de ayer y lo que no tardará en significar repercusión o efecto dominó en las otras áreas geográficas mencionadas, como de la convocatoria del Prefecto cruceño al Ejecutivo en su conjunto a un diálogo que conduzca al acuerdo y el pacto nacional, en fin. En escenario así de estático a manos de uno de los actores, no es pues factible esperar otra cosa que continuidad de la polarización y el enfrentamiento.
Fuente: Editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia
La inferencia tiene fundamento más consistente todavía si se toma nota de las alusiones presidenciales a las cuatro familias que en criterio suyo son las promotoras del proceso autonómico en más de la mitad del territorio nacional, juicio de valor al que añadió, atribuyéndolos a lo que de forma recurrente califica de oligarquía cruceña, no sólo los hechos de violencia registrados durante la consulta en áreas rurales que circundan la capital oriental y un barrio marginal de su radio urbano, cuyos habitantes son migrantes del occidente, principalmente, sino pretendidas irregularidades y fraude en las urnas, para rematarla afirmando que el ausentismo alcanzó un 39 por ciento, guarismo al que sumados los votos negativos y nulos, daría un 50 por ciento o más en contra del referendo, por lo que lo tildó de fracaso rotundo, además de divisorio del pueblo de Santa Cruz y engañoso para el resto de los bolivianos.
Ello, al margen de los elogios que el Presidente formuló a los militantes de su instrumento político y afines que se manifestaron en La Paz, El Alto Cochabamba, Oruro y Potosí en señal de rechazo al plebiscito, seguro de su espontaneidad y gravitación para inclinar la balanza en favor de su gestión, al punto de temer una rebelión de esos sectores en el propia zona vanguardista de la autonomía.
En resumen, el discurso gubernamental enarbolado desde al menos fines del año pasado sin norte definitorio y, si se quiere, corregido y aumentado para justificar una posición descalificando a la adversaria, sin embargo tanto de la contundencia del acto democrático de ayer y lo que no tardará en significar repercusión o efecto dominó en las otras áreas geográficas mencionadas, como de la convocatoria del Prefecto cruceño al Ejecutivo en su conjunto a un diálogo que conduzca al acuerdo y el pacto nacional, en fin. En escenario así de estático a manos de uno de los actores, no es pues factible esperar otra cosa que continuidad de la polarización y el enfrentamiento.
Fuente: Editorial del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia


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