Contra viento y marea se ha llevado a efecto el cuestionable referéndum revocatorio, cuyos resultados han dejado satisfechos a unos y otros porque no sólo ganaron, sino que salieron fortalecidos. La pregunta que se impone ahora, adosada de incertidumbre, con más temores que esperanzas, es: ¿Qué viene después?. En los 30 meses del gobierno de Evo Morales se ha hablado mucho del diálogo, pero éste nunca se tradujo en concertaciones ni en un apaciguamiento de las tensiones. Más bien, ocurrió todo lo contrario: se agravaron las diferencias y las acritudes; el propio vicepresidente de la República, Álvaro García, llegó a caracterizar la situación como un “empate catastrófico”. El domingo emergió de las urnas el mismo fantasma, sólo que esta vez, inquietantemente, más robustecido.
Morales y los prefectos de la denominada “media luna” se sienten ganadores, y razones no les faltan. El Presidente obtuvo una votación que superó en diez puntos a la de su elección, en el 2005, mientras que las autoridades departamentales lograron un respaldo francamente alentador para sus aspiraciones de consolidarse como el núcleo de la oposición nacional.
Pero, si pretenden mantener semejante legitimidad, lo recomendable sería que ninguna de las dos partes se durmiera en sus laureles. El Presidente no puede olvidar que cuatro de los nueve departamentos le han dicho No a su permanencia en el ejercicio del poder público, mientras que los prefectos no tienen cómo dejar de reconocer que Morales es el único líder con presencia nacional.
En el discurso que pronunció el domingo desde los balcones del Palacio de Gobierno, Morales estuvo moderado. Reconoció el triunfo de los prefectos autonomistas y anunció que convocará a un diálogo para compatibilizar el proyecto de Constitución de su partido con los estatutos autonómicos. Pero, al concluir, utilizó, una vez más, el lema castrista: “Patria o muerte...”, lo que a más de un analista le causó preocupación.
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Morales y los prefectos de la denominada “media luna” se sienten ganadores, y razones no les faltan. El Presidente obtuvo una votación que superó en diez puntos a la de su elección, en el 2005, mientras que las autoridades departamentales lograron un respaldo francamente alentador para sus aspiraciones de consolidarse como el núcleo de la oposición nacional.
Pero, si pretenden mantener semejante legitimidad, lo recomendable sería que ninguna de las dos partes se durmiera en sus laureles. El Presidente no puede olvidar que cuatro de los nueve departamentos le han dicho No a su permanencia en el ejercicio del poder público, mientras que los prefectos no tienen cómo dejar de reconocer que Morales es el único líder con presencia nacional.
En el discurso que pronunció el domingo desde los balcones del Palacio de Gobierno, Morales estuvo moderado. Reconoció el triunfo de los prefectos autonomistas y anunció que convocará a un diálogo para compatibilizar el proyecto de Constitución de su partido con los estatutos autonómicos. Pero, al concluir, utilizó, una vez más, el lema castrista: “Patria o muerte...”, lo que a más de un analista le causó preocupación.
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