viernes, septiembre 26, 2008

Bolivia en el escenario mundial

"Acá la lucha es entre ricos y pobres; es la lucha de capitalismo versus socialismo. Hay una rebelión de los pueblos contra el sistema capitalista. Si no entendemos que el capitalismo destruye la humanidad, no vamos a resolver los problemas de la humanidad", dijo, entre otras frases elocuentes, el Presidente Evo Morales ante la Organización de las Naciones Unidas.

Como era de esperar, su andanada provocó reacciones tan diversas como apasionadas. Hubo desde quienes lo ensalzaron como a un iluminado que ha puesto sobre sus hombros la tarea de conducir a la salvación ya no sólo a sus seguidores en Bolivia, sino a toda la humanidad. En el otro extremo, están los que consideran que el Presidente boliviano no merece más que una sonrisa compasiva. Pero también hay quienes temen que el discurso de Morales sea la expresión de algo mucho más serio de lo que se quisiera creer.

Paradójicamente, mientras el mandatario dice eso en el exterior, en Bolivia, tanto él como su aparato propagandístico se empeñan en asegurar que el gobierno del MAS respetará la propiedad privada y nunca dejará "la cultura de la paz".

La contradicción puede ser interpretada como el resultado de una confusión doctrinal, tal vez atribuible a la escasa formación intelectual del gobernante. Sin embargo, hay abundantes razones que permiten suponer que se trata de algo más complejo que eso, lo que significaría que esa dualidad discursiva, más que una manifestación de ignorancia, es una hábil manera de satisfacer a diferentes públicos.

En lo interno, es evidente que su propósito consiste en contrarrestar los efectos negativos que sobre gran parte de los bolivianos traería la sospecha de que Evo Morales habla en serio cuando afirma que su objetivo es destruir el capitalismo, lo que es incompatible con el respeto a la propiedad privada. En lo externo, en cambio, de lo que se trata es de proyectar su figura hasta el punto de convertirla en uno de los líderes que, aunando sus fuerzas, se proponen destruir no sólo el capitalismo sino, según sus propias palabras, los fundamentos básicos de la civilización occidental. En ese contexto, las similitudes con lo dicho por el líder islámico y presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, no serían casuales.

Siga leyendo el artículo del diario Los Tiempos de Cochabamba, Bolivia

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