jueves, diciembre 18, 2008

La crisis amenaza las reformas en China



Un día como hoy, hace 30 años, comenzó en Pekín el Tercer Pleno del 11º Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh), liderado por Deng Xiaoping. China acababa de dejar atrás la trágica Revolución Cultural, el movimiento lanzado por Mao Zedong en 1966 para avivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus rivales políticos, y que sólo terminó con su muerte, en 1976.

Un día como hoy, hace 30 años, comenzó en Pekín el Tercer Pleno del 11º Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh), liderado por Deng Xiaoping. China acababa de dejar atrás la trágica Revolución Cultural, el movimiento lanzado por Mao Zedong en 1966 para avivar el espíritu revolucionario y deshacerse de sus rivales políticos, y que sólo terminó con su muerte, en 1976. El 22 de diciembre, finalizaba el cónclave de cinco días, y Pekín iniciaba el proceso de Reforma y Apertura, la mayor transformación económica y social que ha vivido un país en la historia de la humanidad. Tres décadas después, China se encuentra en un momento crucial, y afronta grandes desafíos, acrecentados por la actual crisis económica, bajo el Gobierno único de un PCCh aferrado al poder.

Durante estos años, China ha alcanzado unos logros económicos y sociales extraordinarios, que han recibido el aplauso internacional: se ha convertido en la cuarta economía mundial (el PIB ha crecido a una media anual del 9,7%), ha establecido su poderío diplomático y ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza, aunque de sus 1.350 millones de habitantes, 318 millones aún viven con menos de un euro por persona y día.

Pero el modelo de desarrollo a cualquier precio ya no vale, según aseguran los actuales dirigentes, liderados por el presidente, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, porque las desigualdades sociales han alcanzado cotas sin precedentes, la corrupción está muy extendida, y la degradación medioambiental es muy grave. La renta per cápita mensual en las zonas urbanas ascendió a 1.148 yuanes (117 euros) el año pasado, 3,3 veces más que la del campo, y la diferencia no cesa de aumentar. Cuando llegaron al poder, en octubre de 2002, Hu y Wen hicieron de la defensa de los más desfavorecidos su prioridad, y fijaron como objetivo disminuir la brecha entre ricos y pobres.

En aquella histórica reunión de 1978, el PCCh enterró "la lucha de clases como política central", y adoptó una serie de reformas económicas, conocidas como Las cuatro modernizaciones, que contemplaban la agricultura, la industria, la ciencia y la tecnología, y el Ejército. El pragmático Deng lanzó así una era de cambios, que siguen hoy en marcha, bajo el paraguas de lo que denominó "el socialismo con características chinas". Adoptó mucho del capitalismo occidental y, para frenar el debate ideológico, lanzó la famosa frase: "Qué más da que el gato sea blanco o sea negro, lo importante es que cace ratones".

La nueva revolución comenzó en el campo, donde se dio marcha atrás a la colectivización de la tierra y las comunas, pero rápidamente se extendió a las ciudades, y se pusieron en marcha las primeras zonas económicas especiales. Asegurar estos cambios radicales requería estabilidad política, y el PCCh continuó gobernando con mano de hierro, como demostró la violenta represión de las manifestaciones de 1989.


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