viernes, enero 09, 2009

La guerra del gas

Al intenso invierno europeo se le suma ahora una guerra que ha dejado sin calefacción a miles de hogares y paralizadas numerosas industrias. Con pocas excepciones, la mitad de las guerras de los últimos años se producen claramente por cuestión de combustibles y la otra ocurre por la misma causa, pero disfrazada. La situación que enfrenta a Rusia y Ucrania, antiguos hermanos soviéticos, pertenece a la primera de estas categorías: Rusia intenta torcerle el brazo a Ucrania subiéndoles el precio a sus suministros de gas, y Ucrania responde estorbando el paso de gas ruso hacia Europa por su territorio.

El pleito es viejo. En el 2004 se solucionó con la firma de un acuerdo a cinco años con tarifas incrementales, aunque luego el Parlamento ucraniano destituyó al Gobierno por considerar que el pacto era lesivo para el país. En el 2006, la tensión se había traducido en el desabastecimiento de los mercados europeos. El fenómeno empieza a repetirse ahora: Rumania alega que recibe un tercio menos de lo que le correspondería; Hungría, cerca de un cuarto, y Bulgaria, un 15 por ciento menos. Bosnia y Serbia se calientan a medias. Francia, Alemania y otros países se preguntan cuándo les llegará el racionamiento.

Esta nueva fase de la guerra del gas gira en torno a los reajustes que exige Rusia a Ucrania. Gazprom, la empresa de gas rusa, afirma que vende gas a Naftogaz, su homóloga ucraniana, a 179,50 dólares por mil metros cúbicos, cuando en el mercado se cotiza a 418 dólares. Pide subir a 250 dólares. Ucrania se niega a aceptarlo, y exige subir la tarifa de tránsito por oleoductos. Moscú, que resiente los coqueteos de Ucrania con Occidente y su interés por entrar a la OTAN, no quiere socios que extienden la mano para recibir subsidios económicos pero no corresponden políticamente a su gesto. Kiev, a su turno, denuncia que se trata de "una presión económica sin precedentes", que podría paralizar su industria y provocar "una catástrofe ecológica y humanitaria".

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