lunes, enero 12, 2009

Tres ideas en pugna para el desenlace en la Franja de Gaza

Israel debe adoptar rápidamente una de las decisiones más cruciales en sus 60 años de historia: el Consejo de Seguridad Nacional debe decidir, sin duda en las próximas horas, si se considera satisfecho con los objetivos limitados que alcanzó hasta ahora en la Franja de Gaza o si continúa la guerra hasta el final con la esperanza de obtener la demolición de la estructura política, religiosa y militar de Hamas.

La decisión demandará arduas discusiones y batallas internas, porque el Consejo de Seguridad israelí (el equivalente de un gabinete de guerra) está dividido en 3 fracciones claramente antagónicas.

El primer ministro, Ehud Olmert, es partidario de continuar la guerra hasta terminar con la amenaza que representa Hamas. La canciller, Tzipi Livni, prefiere detener en forma inmediata la operación Plomo Fundido con la esperanza de obtener en la mesa de negociaciones lo que las fuerzas armadas no pudieron lograr por las armas. El ministro de Defensa, Ehud Barak, reclama algunos días suplementarios para lograr definiciones sustanciales en el terreno de operaciones y luego negociar un acuerdo con ayuda de Estados Unidos y Egipto. En los últimos días, Olmert se acercó a las posiciones de Barak.

En todo caso, Israel parece decidido a no renunciar a la presión militar. Los 6000 a 10.000 reservistas convocados hace 15 días concluyeron este fin de semana el entrenamiento de adaptación a las condiciones de combate de la Franja de Gaza y ya deberían ser incorporados en las próximas horas.

La mayor dificultad para poner de acuerdo las tres corrientes internas del gabinete residen, según algunos analistas políticos y militares, en el carácter limitado e incluso difuso que tuvieron los objetivos de guerra iniciales: eliminar la amenaza que representaban los disparos de cohetes desde Gaza, impedir el rearme de Hamas mediante la destrucción de los túneles en la frontera con Egipto, poner término a la crisis humanitaria del millón y medio de habitantes de ese territorio y crear las condiciones para recuperar al soldado Gilad Shalit, secuestrado desde el 25 de junio de 2006.

En la reunión de gabinete del 24 de diciembre, cuando se votó el lanzamiento de la operación Plomo Fundido, que comenzó tres días más tarde, también se acordó implícitamente "llegar" hasta el búnker del líder de Hamas, Ismail Haniyeh. Cada miembro del gabinete interpretó el significado de ese objetivo como le pareció más adecuado.

La opción de intensificar aún más las hostilidades puede desembocar en una nueva ocupación de facto de la Franja de Gaza, por lo menos hasta que terminen las operaciones de limpieza, destinadas a destruir el arsenal de Hamas -diseminado en túneles y escondites-, desmantelar las escuelas coránicas, "neutralizar" a los dirigentes y cuadros intermedios del grupo islamista radical y crear un dispositivo para impedir el contrabando de armas a través de los túneles subterráneos de Rafah, en el sur del territorio.

Pero esa fase de las operaciones corre el riesgo de prolongarse varios meses hasta que las negociaciones, inevitables, arrojen resultados concretos y satisfactorios para Israel.

El cese de la operación, como pretende Tzipi Livni, también obligará a Israel a sentarse a una mesa de negociación.

Siga leyendo el artículo del diario La Nación de Buenos Aires

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