La hipótesis de un atentado comenzaba a aflorar anoche entre especialistas y técnicos de aviación para explicar el misterioso accidente del Airbus A330 de Air France, que desapareció sobre el Atlántico sin ningún mensaje radial de los pilotos y sin tiempo para lanzar un SOS.
Esa conjetura gana terreno sobre las explicaciones de origen meteorológico lanzadas en un primer momento por Air France y responsables del gobierno francés. Los expertos ponen en duda la teoría de que un avión tan sofisticado como el A330 haya podido ser derribado por un rayo o una fuerte turbulencia, pues esos aparatos están dotados de múltiples mecanismos de protección y de reemplazo para evitar un colapso general y simultáneo de todos los sistemas.
"Hay cinco fuentes de energía eléctrica a bordo de un Airbus. Para que se produzca una hecatombe total de energía sería necesario que esas cinco fuentes dejaran de funcionar", explicó a LA NACION un piloto de Air France que pidió conservar el anonimato.
En ese tipo de avión, cuando la avería es general, una batería reemplaza el sistema en forma transitoria y también se pone en marcha un motor que se utiliza en tierra. Lo mismo ocurre con una turbina eólica, cuyo objetivo es generar energía. "Para que el comandante pierda la capacidad de controlar el avión es necesario que todo eso deje de funcionar. Me parece difícil", agregó.
En la historia de la aviación, afirman los expertos, no se conocía hasta ahora el caso de un avión "derribado por un rayo", como adelantaron ayer algunos responsables comerciales de Air France y del gobierno francés.
"Los aviones están construidos pensando en los rayos. Y reciben esos impactos con mucha frecuencia", dijo por su parte Patrick Smith, escritor y piloto comercial estadounidense.
Los grandes aviones que cubren las líneas transatlánticas -como el A330- son afectados por rayos por lo menos una vez cada tres años, según estadísticas de la seguridad aeronáutica, mientras que la frecuencia se reduce a una vez por año en los vuelos regionales.
Para evitar daños estructurales, tanto los pilotos militares como los civiles utilizan sofisticados radares instalados a bordo que les permiten evitar las zonas de intensa tormenta, caracterizadas por alta actividad eléctrica, vientos y severas turbulencias.
La región del Atlántico en la que desapareció el vuelo AF447 es donde se originan la mayoría de los huracanes que azotan el hemisferio occidental, y éste es, precisamente, el comienzo de la temporada de tempestades.
Las tormentas en esa región pueden alcanzar los 18.000 metros de altitud. Eso impide a cualquier avión elevarse lo suficiente para sortearlas y los fuerza a desviarse centenares de kilómetros.
Por el momento es imposible saber si el Airbus de Air France intentó alguna acción evasiva para escapar de las turbulencias. Se sabe que ninguna de las tres balizas de emergencia instaladas a bordo consiguió funcionar y que el sistema Acars que lleva el avión envió un mensaje automático que anunciaba problemas en los sistemas eléctrico y de presurización cuando ya se había perdido contacto de radio con la tripulación.
Pero esto no significa que el avión haya sido derribado por un rayo, según el piloto de Air France entrevistado por LA NACION.
"La información enviada por Acars no quiere decir necesariamente que los problemas fueron provocados por la tormenta. Probablemente nunca sepamos lo que verdaderamente pasó. Si explotó en pleno vuelo, encontraremos restos esparcidos en diez kilómetros de diámetro", explica.
-¿Explosión? ¿Se refiere usted a un atentado?
-Naturalmente. Si una bomba hizo explotar el aparato, es obvio que la tripulación no tuvo tiempo para enviar ninguna señal de emergencia.
"La conclusión es que algo catastrófico ocurrió a bordo que hizo que la aeronave cayese de una manera controlada o incontrolada´´, dijo por su parte Chris Yates, analista de la revista especializada Jane´s Aviation .
Para Yates, como para muchos otros expertos, las posibles causas de la catástrofe que probablemente haya costado la vida de los 228 ocupantes del vuelo AF447 de Air France "pueden ir desde un error humano hasta un acto de terrorismo".
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
Esa conjetura gana terreno sobre las explicaciones de origen meteorológico lanzadas en un primer momento por Air France y responsables del gobierno francés. Los expertos ponen en duda la teoría de que un avión tan sofisticado como el A330 haya podido ser derribado por un rayo o una fuerte turbulencia, pues esos aparatos están dotados de múltiples mecanismos de protección y de reemplazo para evitar un colapso general y simultáneo de todos los sistemas.
"Hay cinco fuentes de energía eléctrica a bordo de un Airbus. Para que se produzca una hecatombe total de energía sería necesario que esas cinco fuentes dejaran de funcionar", explicó a LA NACION un piloto de Air France que pidió conservar el anonimato.
En ese tipo de avión, cuando la avería es general, una batería reemplaza el sistema en forma transitoria y también se pone en marcha un motor que se utiliza en tierra. Lo mismo ocurre con una turbina eólica, cuyo objetivo es generar energía. "Para que el comandante pierda la capacidad de controlar el avión es necesario que todo eso deje de funcionar. Me parece difícil", agregó.
En la historia de la aviación, afirman los expertos, no se conocía hasta ahora el caso de un avión "derribado por un rayo", como adelantaron ayer algunos responsables comerciales de Air France y del gobierno francés.
"Los aviones están construidos pensando en los rayos. Y reciben esos impactos con mucha frecuencia", dijo por su parte Patrick Smith, escritor y piloto comercial estadounidense.
Los grandes aviones que cubren las líneas transatlánticas -como el A330- son afectados por rayos por lo menos una vez cada tres años, según estadísticas de la seguridad aeronáutica, mientras que la frecuencia se reduce a una vez por año en los vuelos regionales.
Para evitar daños estructurales, tanto los pilotos militares como los civiles utilizan sofisticados radares instalados a bordo que les permiten evitar las zonas de intensa tormenta, caracterizadas por alta actividad eléctrica, vientos y severas turbulencias.
La región del Atlántico en la que desapareció el vuelo AF447 es donde se originan la mayoría de los huracanes que azotan el hemisferio occidental, y éste es, precisamente, el comienzo de la temporada de tempestades.
Las tormentas en esa región pueden alcanzar los 18.000 metros de altitud. Eso impide a cualquier avión elevarse lo suficiente para sortearlas y los fuerza a desviarse centenares de kilómetros.
Por el momento es imposible saber si el Airbus de Air France intentó alguna acción evasiva para escapar de las turbulencias. Se sabe que ninguna de las tres balizas de emergencia instaladas a bordo consiguió funcionar y que el sistema Acars que lleva el avión envió un mensaje automático que anunciaba problemas en los sistemas eléctrico y de presurización cuando ya se había perdido contacto de radio con la tripulación.
Pero esto no significa que el avión haya sido derribado por un rayo, según el piloto de Air France entrevistado por LA NACION.
"La información enviada por Acars no quiere decir necesariamente que los problemas fueron provocados por la tormenta. Probablemente nunca sepamos lo que verdaderamente pasó. Si explotó en pleno vuelo, encontraremos restos esparcidos en diez kilómetros de diámetro", explica.
-¿Explosión? ¿Se refiere usted a un atentado?
-Naturalmente. Si una bomba hizo explotar el aparato, es obvio que la tripulación no tuvo tiempo para enviar ninguna señal de emergencia.
"La conclusión es que algo catastrófico ocurrió a bordo que hizo que la aeronave cayese de una manera controlada o incontrolada´´, dijo por su parte Chris Yates, analista de la revista especializada Jane´s Aviation .
Para Yates, como para muchos otros expertos, las posibles causas de la catástrofe que probablemente haya costado la vida de los 228 ocupantes del vuelo AF447 de Air France "pueden ir desde un error humano hasta un acto de terrorismo".
Fuente: Diario La Nación de Buenos Aires
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