jueves, octubre 15, 2009

El desempleo pesa más en EE.UU. que el miedo a la guerra

Con un nivel de casi el 10 por ciento, el desempleo pudo más que el movimiento hippie que, décadas atrás, llevó a que miles de norteamericanos rompieran la carta de llamado a las armas para evitar ir a Vietnam.




Hoy, son los jóvenes quienes llegan a los cuarteles en busca del empleo que difícilmente encuentran en el mundo civil. Aunque esa alternativa los exponga, muy probablemente, a combatir en Irak o en Afganistán.

"Por primera vez en 35 años alcanzamos los objetivos que nos propusimos en materia de reclutamiento", admitió el responsable de recursos humanos en el Pentágono, Hill Carr. "En rigor, hemos superado todas las previsiones que habíamos hecho", añadió.

Tal como ha ocurrido en muchos países que eliminaron el servicio militar obligatorio, la vocación militar entre las jóvenes generaciones venía experimentando una curva de descenso. Los sueldos no eran del todo atractivos y los riesgos de guerra, demasiado reales.

El giro registrado ahora sorprende al mismo Pentágono, que meses atrás había hecho público un informe en el que señalaba que al bajo nivel de reclutamiento se sumaba el deficiente estado físico de muchos de los aspirantes que sí golpeaban la puerta. "Muchos de esos jóvenes están excedidos de peso y muestran escasa voluntad para someterse a los rigores del entrenamiento físico que se exige a un militar", decía aquel informe.

Todo eso parece haber quedado atrás con la necesidad que impone el casi 10 por ciento de desempleo, el nivel más alto que registra la superpotencia en 23 años.

"Espero encontrar aquí el futuro que no tengo en otro lado", dijo por televisión un joven que aspiraba a ingresar en la marina. "Nunca había pensado en la carrera militar. Es la situación la que me lleva a considerarlo", añadió.

Pero, aun con las dificultades del mercado laboral, el horror que a diario muestran las imágenes de lo que sucede en los dos países invadidos por tropas de Estados Unidos llevó a que fuera el Pentágono el primer sorprendido por la respuesta. "Es indudable que el desempleo ha ayudado", dijo Carr, al comentar la respuesta a la campaña. En total, se procura conseguir cerca de 160.000 efectivos, aunque quedan dudas de cuál será, luego, el nivel de deserción.

No es la primera vez que la dificultad económica provoca un aumento del número de enrolados. Y eso también ocurre en otras latitudes. La grave crisis de 2001 en la Argentina llevó a que muchos compatriotas emigraran a España para sumarse a las fuerzas armadas de ese país como salida laboral. Pero, en ese caso, no había perspectiva de guerra a la vista, a diferencia de lo que ocurre aquí.

Las primeras noticias del giro en la respuesta juvenil al llamado a filas se conocieron al tiempo en que crece la disputa por la decisión no comunicada del presidente Barack Obama de enviar 13.000 militares más como "refuerzo" a Afganistán. En marzo pasado, el flamante premio Nobel de la Paz comunicó el refuerzo de 21.000 efectivos. Pero nada había dicho de estos otros 13.000, de los que se tuvo noticia por un informe del diario The Washington Post .

Se estima que hacia fin de año habrá cerca de 65.000 soldados en el país asiático. Pero esa cantidad podría aumentar si el presidente accede al pedido del general a cargo del operativo, Stanley McChrystal, que reclamó 40.000 efectivos más.

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