Cada día decenas de individuos se colocan a media distancia de las garitas internacionales. Son los encargados de dirigir el cruce de autos cargados con droga desde la parte mexicana. Es lo que hace El Magallanes en el puerto fronterizo de Mexicali. “Te paras unas horas aquí a observar el paso de los vehículos. Luego, cuando detienen a una camioneta o a un camión grande para revisarlo, es tu oportunidad de cruzar”, explica.
Sin más herramienta que sus ojos o la intuición, sujetos como él logran lo que en teoría es imposible: burlar la frontera más vigilada del planeta. Dotadas de alta tecnología y con cientos de elementos entrenados para detectar cargamentos ilegales, las garitas internacionales fallan por algo tan ordinario como la corrupción, dice el catedrático de la Universidad de Texas en El Paso, Tony Payán.
“Los cargamentos cruzan aleatoriamente por los puertos de entrada, en donde cada vez hay más tecnología y cada vez, debido a ello, existen más aduanales corruptos que la dejan pasar. Pero Estados Unidos nunca ha aceptado que su corrupción pueda ser sistémica”, declara. “Los cañonazos de dinero son igual en México que en Estados Unidos”.
La corrupción es lo que permite el enorme desplazamiento de droga no solamente en las líneas de cruce, sino en todo el territorio norteamericano, dicen otros analistas y jefes de policía consultados a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos.
“Aquí también pasa eso de la corrupción, nomás que Estados Unidos es muy bueno para tapar esas bronquillas. En Eagle Pass (Texas) hemos tenido elementos de cuerpos federales que los han arrestado, que los han llevado a corte federal, pero la prensa no le pone mucha atención, como a lo que sucede en México”, dice Antonio Castañeda, jefe de policía en esa ciudad.
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Sin más herramienta que sus ojos o la intuición, sujetos como él logran lo que en teoría es imposible: burlar la frontera más vigilada del planeta. Dotadas de alta tecnología y con cientos de elementos entrenados para detectar cargamentos ilegales, las garitas internacionales fallan por algo tan ordinario como la corrupción, dice el catedrático de la Universidad de Texas en El Paso, Tony Payán.
“Los cargamentos cruzan aleatoriamente por los puertos de entrada, en donde cada vez hay más tecnología y cada vez, debido a ello, existen más aduanales corruptos que la dejan pasar. Pero Estados Unidos nunca ha aceptado que su corrupción pueda ser sistémica”, declara. “Los cañonazos de dinero son igual en México que en Estados Unidos”.
La corrupción es lo que permite el enorme desplazamiento de droga no solamente en las líneas de cruce, sino en todo el territorio norteamericano, dicen otros analistas y jefes de policía consultados a lo largo de la frontera sur de Estados Unidos.
“Aquí también pasa eso de la corrupción, nomás que Estados Unidos es muy bueno para tapar esas bronquillas. En Eagle Pass (Texas) hemos tenido elementos de cuerpos federales que los han arrestado, que los han llevado a corte federal, pero la prensa no le pone mucha atención, como a lo que sucede en México”, dice Antonio Castañeda, jefe de policía en esa ciudad.
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