Impactante, increíble, un show sin precedente. Estos fueron algunos de los calificativos que se oyeron entre la verdadera marea humana que esperaba, ansiosa, el desfile que cerró los actos de celebración del Bicentenario.
Más de una hora y media después de lo previsto -alrededor de las 20.30- comenzó en la Plaza de Mayo la procesión de las carrozas montadas por el grupo de teatro Fuerza Bruta, que luego se desplazó por la Diagonal Norte y pasó por el palco oficial donde se ubicó la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, junto con autoridades nacionales y los presidentes de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay, Paraguay y Venezuela.
Los más de 2000 artistas que participaron de las 19 carrozas recrearon varios momentos de la historia argentina, para el disfrute de millones de personas. Aunque no hubo cifras oficiales, por el grado de dispersión de la gente, los más optimistas hablaban de más de tres millones de espectadores.
Durante el desfile no faltaron algunos claros mensajes políticos: la propia Presidenta se calzó un gorro murguero con el lema "Kirchner 2011" y los organizadores se aseguraron de rodear el palco de simpatizantes kirchneristas que vitoreaban a Cristina. Incluso, sobre la Diagonal Norte, en un lugar de acceso limitado se desplegó una gigantesca bandera de la agrupación que lidera Máximo Kirchner, La Cámpora. Unos de los beneficios de ser organizador, sin dudas.
"Es genial. De diez. La verdad es que fue más de lo que me esperaba. Lo mejor, lejos. La Argentina, colgada, dando vueltas", opinó Benjamín Durán, de 21 años, un estudiante formoseño en Buenos Aires.
El joven se refirió así a la carroza que encabezaba el desfile con una mujer envuelta en los colores celeste y blanco, con una corona de laureles, que personificaba a la Nación y que simulaba estar volando, a través de un sistema de arneses que la mantuvo largo tiempo suspendida en el aire.
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