Reducir el peso del gasto y empleo públicos y luchar contra la evasión fiscal y la economía sumergida para enviar un mensaje de rigor a los mercados y los especuladores. Esas son las líneas rojas que marcan el plan de austeridad que presentará esta tarde el Gobierno italiano. El ajuste alcanzará un valor global de 24.000 millones, repartidos a la mitad entre 2011 y 2012.
Silvio Berlusconi, refugiado en su optimismo proverbial, ha negado durante dos años la crisis y después ha presumido de que Italia lideraba la recuperación mundial. Finalmente, esta tarde dará la cara para presentar a la prensa un plan que su número dos, Gianni Letta, pintó ayer de forma dramática. "Italia necesita hacer grandes sacrificios para escapar del peligro de Grecia; esperemos que sean provisionales", dijo Letta.
Como exigió el jefe del Estado, Giorgio Napolitano, desde Washington, el ajuste repartirá los sacrificios de manera equitativa. Probablemente, todos quedarán descontentos. La oposición ha calificado el plan como "un pastiche".
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