Gordon Brown volvió esta mañana a Downing Street para dar una señal clara de que sigue siendo el primer ministro del Reino Unido después de que ningún partido consiguiera la mayoría absoluta en las elecciones generales de la víspera. Downing Street ha emitido una nota esta mañana anunciando que, de acuerdo a las disposiciones constitucionales, ahora empezarán conversaciones políticas para ver qué partido o partidos consiguen el apoyo del parlamento para gobernar. Hasta entonces, Brown sigue siendo el primer ministro.
Las elecciones que todos podían ganar se han convertido en las elecciones que todos han perdido. A falta de conocerse los resultados en una treintena de las 650 circunscripciones del Reino Unido, los conservadores se han adjudicado 291 escaños, los laboristas 251 y los liberales-demócratas 52 escaños. Las proyecciones de la BBC pronostican que, una vez acabado el recuento, los tories podrían sumar hasta 307 diputados, cerca, pero quizá no lo bastante cerca, de la mayoría absoluta.
Los resultados son decepcionantes para todos. Para Gordon Brown porque los laboristas han sufrido una derrota clamorosa, con la pérdida de cerca de un centenar de diputados. Para David Cameron porque, a pesar de enfrentarse a un Gobierno desgastado por 13 años en el poder, por una recesión económica sin precedentes y por la impopularidad de su primer ministro, no ha logrado hacerse con la mayoría absoluta. Pero también por los liberales-demócratas, cuya exigencia de reforma electoral ha quedado más reivindicada que nunca pero que no han conseguido transformar en votos y en escaños la irrupción de Nick Clegg en la campaña electoral. Puestos a perder, ha perdido también el prestigio del Reino Unido al dejar a miles de electores sin poder ejercer su derecho al voto por problemas de organización en las mesas electorales.
Se abre ahora un periodo de negociaciones políticas de las que difícilmente saldrá un Gobierno fuerte. Los conservadores consideran que Gordon Brown ha sido derrotado y que los votantes han dejado muy claro que no quieren que siga siendo primer ministro. Pero David Cameron tiene aún que demostrar que él mismo es capaz de formar una mayoría que fuerce la dimisión del actual primer ministro.
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