martes, junio 29, 2010

El mundo, ante la tercera depresión

Las recesiones son comunes; las depresiones son raras. Por lo que sé, hubo solamente dos épocas de la historia económica que fueron generalizadamente descriptas como "depresiones" en su momento: los años de deflación e inestabilidad que siguieron al pánico de 1873 y los años de desempleo masivo que siguieron a la crisis financiera de 1929-31. Ni la Larga Depresión del siglo XIX ni la Gran Depresión del siglo XX fueron épocas de declinación incesante. Por el contrario, ambas incluyeron períodos en los que la economía creció. Pero esos episodios de mejoría nunca bastaron para reparar los daños ocasionados por la primera caída, y fueron seguidos por recaídas.

Me temo que ahora nos encontramos en las primeras etapas de una tercera depresión. Probablemente sea más semejante a la Larga Depresión que a la mucho más grave Gran Depresión. Pero el costo para la economía mundial y, sobre todo, para los millones de vidas azotadas por la falta de empleo será enorme. Y esta tercera depresión será, primordialmente, un error de política.

En todo el mundo -más recientemente en la muy desalentadora cumbre del G-20 en Toronto-, los gobiernos se obsesionan con la inflación cuando la verdadera amenaza es la deflación, y predican la necesidad de ajustarse el cinturón cuando el verdadero problema es el gasto inadecuado. En 2008 y 2009, parecía que, tal vez, habíamos aprendido las lecciones que nos había dado la historia.

A diferencia de sus predecesores, que aumentaron las tasas de interés ante una crisis financiera, los actuales líderes de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo (BCE) bajaron las tasas y actuaron para dar apoyo a los mercados crediticios.

A diferencia de los gobiernos del pasado, que trataron de equilibrar sus presupuestos cuando se vieron enfrentados a una economía en caída, los gobiernos de hoy permitieron que el déficit aumentara. Y mejores políticos lograron que el mundo evitara un colapso total: se podría afirmar que la recesión producida por la crisis financiera terminó el verano pasado.

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