La mancha de petróleo en el Golfo de México está cerca de alcanzar las blancas playas de Florida, mientras continúan sin encontrar un freno al avance del derrame, lo que llevó al presidente estadounidense Barack Obama, a instalar el problema como "la prioridad número uno" de su gobierno.
El petróleo está a sólo 11 kilómetros de las costas del turístico estado de Florida, según informó ayer la Agencia Estadounidense Oceánica y Atmosférica (NOAA).
Los meteorólogos dijeron que el crudo podría llegar a la costa mañana, con lo cual amenazaría un sistema delicado de islas, ensenadas y playas de arena blanca que son un refugio de la vida silvestre y un importante destino turístico llamado la Riviera Redneck.
"Hacemos lo que podemos, pero no podemos cambiar lo que ya ocurrió", afirmó John Dosh, director de emergencias en el condado de Escambia, que incluye a Pensacola.
El gobernador de Florida, Charlie Crist, declaró en emergencia la costa sobre el Golfo de México y a condados del sur del estado, incluido Miami, donde se teme que la corriente marina pueda impulsar parte de la marea negra.
Sin freno. Las complicaciones para contener el derrame fueron explicadas por el almirante Thad Allen, de la Guardia Costera, coordinador de las tareas de control de aquella pérdida. "Una sierra accionada por robots submarinos para tapar el dispositivo de seguridad -aquél que debió activarse con la explosión, el 20 de abril-, se trabó en uno de los tubos", dijo a la prensa en Louisiana. "Es un problema común", buscó tranquilizar el militar estadounidense.
La sierra había cortado casi la mitad del caño conectado al pozo cuando se atascó, y la empresa petrolera BP tardó doce horas en liberarla. La compañía dijo también que puso en marcha los preparativos para reanudar el corte, pero no anticipó un cronograma sobre el nuevo comienzo.
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