martes, agosto 17, 2010

La fórmula: abrirse al capital extranjero y garantizar inversiones

Para que una buena parte de la economía china dejara de ser subdesarrollada, hizo falta primero que una parte de la política y de los manejos institucionales del país dejaran de comportarse como si lo fueran. Los acuerdos impulsados por Nixon, las reformas que abrieron el país al capital extranjero y el respeto de las inversiones y las garantías de estabilidad no son datos menores.

China ofreció -y una buena parte de su economía aún ofrece- una rentabilidad del capital enorme. Con una fuerza de trabajo colosal y, por lo mismo, muy barata, el país decidió, con las reformas políticas e institucionales, abaratar el factor más escaso: el capital, que fue importado.

Durante muchos años, uno de cada dos dólares destinados en el mundo a inversión extranjera directa fue al gigante asiático. La mitad ingresaba, además, por el sistema financiero de Hong Kong.

Aunque la experiencia no puede ser trasladada a otros países automáticamente, es un ejemplo. Pocos Estados tienen una cantidad de mano de obra tan multitudinaria y la falta de conflictos étnicos, raciales, regionales o religiosos significativos que hagan demasiado riesgosas las inversiones. No es igual en Paquistán, en los territorios palestinos ni en muchos países africanos.

Pero el respeto de los contratos y de la propiedad y la estabilidad fiscal y macroeconómica son también imprescindibles. Ha sido un cambio enorme para un país comunista que ha considerado la propiedad estatal como sagrada. China acaba de pasar una revisión del artículo IV del Estatuto del Fondo Monetario Internacional (FMI), del que es miembro, y ha aceptado la publicación del informe, de las recomendaciones del organismo y que se mencionara que no hubo completos acuerdos entre el organismo multilateral y el gobierno.
Crecimiento sin libertad

También China es una lección de que se puede lograr rápidamente crecimiento económico de gran significación sin lograr otros progresos que en Occidente son considerados imprescindibles.

La ex república comunista ha conseguido incorporar a millones de sus pobladores al progreso, pero no parece haber progresado nada en materia de libertad de expresión. La atroz represión en la Plaza de Tiananmen en 1989 y la constante censura en Internet son verdaderas vergüenzas que muestran que en muchos aspectos China sigue siendo primitiva, totalitaria y atrasada.

Paradójicamente, la segunda economía del mundo podría pronto comenzar a sufrir problemas como los que afectan desde la década de 1980 al país al que acaba de destronar del segundo escalón del podio: Japón.

Hace unos 30 años, la creciente participación de las exportaciones japonesas en la economía mundial despertó el proteccionismo en el resto de las mayores economías del planeta y se llegó, en 1985, a los acuerdos del Plaza Hotel de Nueva York. Básicamente, significó la apreciación del yen frente al dólar e hizo caer la competitividad japonesa.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 
Libardo Buitrago / Blog © 2013 | Designed by RA