Dividido entre cristianos y musulmanes, acosado por sirios e israelíes, el Líbano ha vivido pocos momentos de paz desde que nació como Estado en 1943. El 12 de julio de 2006, un enfrentamiento en la frontera entre el Líbano e Israel reabrió un conflicto que se mantenía latente. La crisis la desató un ataque de Hizbulá sobre el territorio israelí en el que dispararon decenas de cohetes 'Katyusha' y proyectiles de mortero. Al menos ocho soldados israelíes murieron y la milicia chií libanesa apresó a dos militares hebreos. Israel calificó el ataque, sucedido en una región invadida por sus militares, de 'acto de guerra'. En ese momento se inició una nueva escalada de violencia.
El conflicto que ahora resucita tiene un pasado largo y complejo. Éstas son las pistas principales para comprender la actual situación de el Líbano.
Creación del Estado. El Líbano surge como país con la firma en 1943 de un pacto entre las diferentes comunidades que lo habitan. La distribución del poder se estableció entonces con arreglo al peso demográfico de cada una de ellas. Entonces predominaban los cristianos (maronitas, griegos ortodoxos, griegos católicos y otras confesiones) frente a los musulmanes (suníes, chiíes y drusos). La presidencia del Estado quedó en manos de los maronitas, la jefatura del Gobierno fue para los suníes, una cartera ministerial al menos para los drusos y la presidencia del Parlamento fue controlada por los chiíes. La proporción de parlamentarios se estableció en seis cristianos por cada cinco musulmanes.
Guerra civil (1975-1990). A mediados de los años 70, se produjo la ruptura de este artificioso acuerdo, que provocó el inicio de una guerra civil cuyas consecuencias todavía influyen en la región. Gracias a su crecimiento demográfico, los musulmanes, particularmente los chiíes, superaron a los cristianos. Los maronitas reaccionaron con violencia, negándose a perder sus privilegios.
Esta situación se vio agravada por la rivalidad entre Siria e Israel, que convirtieron la pequeña nación en su teatro de operaciones, y la presencia cada vez mayor de palestinos. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat consideró el Líbano su último refugio después de ser perseguidos en Jordania. En 1973 constituían el 10% de la población, aunque sus condiciones de vida eran penosas, concentrados en campos de refugiados en el sur.
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