lunes, septiembre 27, 2010

El fin del control absoluto

Por Gustavo Coronel Para LA NACION

Las elecciones de ayer tuvieron un fuerte sabor presidencial. Obligado por la creciente oposición a su gobierno y por la naturaleza poco distinguida de sus candidatos, Hugo Chávez decidió hacer una campaña electoral como si él fuese el postulante.

Esta estrategia representa una admisión de que no existe un sólido y perdurable movimiento ideológico detrás de su figura, como sí lo ha sido el peronismo, y de que su presencia en el poder representa sólo un caso más de caudillismo tradicional latinoamericano.

Lo que se puso en juego es el control de la Asamblea Nacional, el cual ha sido absoluto por parte del chavismo desde que la oposición hizo un boicot a las últimas elecciones de ese tipo en 2005. Esta vez la oposición estuvo significativamente unida y cabalgó sobre una ola de errores de política doméstica y exterior por parte de Chávez.

Hay pocas dudas de que la oposición obtendrá un significativo número de diputados en la Asamblea Nacional, a pesar del pronunciado ventajismo gubernamental y la parcialización a favor de Chávez de instituciones que deberían ser independientes, como el Consejo Nacional Electoral y el ejército.

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