martes, enero 04, 2011

Señal de Dilma: recorta los gastos

Decidida a no poner en riesgo los avances sociales logrados en los últimos años, y con el objetivo de convertir a Brasil en el "primer país tropical desarrollado", la presidenta Dilma Rousseff comenzó ayer su mandato con señales positivas a los mercados. Se comprometió a garantizar la estabilidad y el crecimiento de la economía mediante recortes presupuestarios, el fomento de la inversión privada en sectores clave de infraestructura y el control de la inflación.

Después de la primera reunión de coordinación de Rousseff con su gabinete en el Palacio del Planalto, la que marcó la pauta de la nueva administración fue la "superministra" de Planificación, Miriam Belchior: afirmó que prestará atención a las preocupaciones de los analistas financieros sobre las abultadas cuentas públicas, aunque sin perjudicar los planes sociales.

"Voy a trabajar con los dos pies, tanto en el acelerador como en el freno. Habrá que hacer más con menos. Todos los años hay recortes en el presupuesto y será necesaria la participación de todos los ministerios", advirtió Belchior, una de las ministras más cercanas a la flamante mandataria.

La ministra, que junto con su colega de Economía, Guido Mantega, es la encargada de diseñar el presupuesto, no especificó el tamaño de los recortes -dijo que se decidirá a fin de mes-, pero fuentes de su cartera estimaron la reducción en unos 15.000 millones de dólares, incluso más de lo que esperaban los inversores.

Sin embargo, Belchior aclaró que el gobierno de Rousseff preservará el exitoso plan Bolsa Familia, que beneficia a unos 45 millones de brasileños de bajos recursos con aportes promedios de 95 dólares por persona.

Al mismo tiempo, la ministra confirmó que se mantendrá el salario mínimo de 540 reales (unos 320 dólares) establecido por el gobierno de Lula antes de dejar el poder. "No hay que satanizar los gastos corrientes, porque allí entran los planes sociales y la salud, y hay que tener cuidado", destacó tras asumir su puesto, que también tiene a cargo la gestión del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), las principales obras de infraestructura del país.

Y justamente en esa área, el diario Folha de S. Paulo informó que Dilma está analizando realizar una oferta pública inicial de acciones de la empresa estatal que administra los aeropuertos, Infraero, para atraer más inversión privada y reducir los crecientes problemas del sector. Esta decisión marca un giro respecto de lo que sucedió durante el gobierno de Lula, que vetó la participación de capitales privados en el sector durante sus ocho años de gobierno.

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