jueves, marzo 17, 2011

Un país partidos en dos: deseperación en el norte, tranquilidad en el sur

Mientras la mitad norte de Japón vive la peor pesadilla de su historia moderna, la parte sur mantiene un ritmo de vida totalmente normal. Osaka, la capital de esa tierra afortunada, bulle hoy al ritmo de las grandes urbes. Tráfico, negocios, menú del día, cerveza y sonrisas. Parece mentira que esto siga siendo Japón, aunque tal vez psicológicamente ha dejado de serlo. La brecha emocional entre la mitad norte del país, asolada por una tríada de calamidades de proporciones bíblicas, que ayer sumó una intensa nevada, y la parte sur, intacta y en plena forma, como si nada hubiera ocurrido, es tan abismal que aturde.



Tokio marca la frontera entre ambos “países”. No hay más que agarrar un auto para comprobarlo. Si se hace en dirección sur, el cristal devuelve el reflejo del Japón de siempre, moderno, verde, tecnológico, en el que es imposible detectar un solo síntoma externo de la catástrofe. En cambio, si se toma en dirección norte, el rastro de la destrucción se vuelve brutal y deprimente, en ocasiones incluso tercermundista.

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