Suena fácil, ¿no? “Lo bueno debe continuar”. ¿Pero qué significa? ¿Qué implica? ¿Es posible en nuestra administración pública? Estamos acostumbrados a que las nuevas autoridades empiecen de cero echando por la borda todo lo andado, porque perdurar en lo bueno cuesta. Implica no solo darse el trabajo de analizar la realidad y hacer comparaciones, sino sobre todo tener el coraje de imaginarse que alguien diferente a uno también puede haber tenido buenas ideas, acciones y logros. Supone atreverse a valorar el pasado para comprender el presente y construir el futuro desde ángulos que no se notan inmediatamente. Supone sumar y construir en el tiempo y hacerlo con tiempo.
En el sector público, perseverar en lo bueno implica actuar con responsabilidad y no de manera arbitraria, improvisada o antojadiza. Supone saber que se administran recursos del público que no pueden despilfarrarse con ensayos y aprendizajes costosos. Supone saberse depositario de la confianza ciudadana. Mantener lo que funciona no significa continuismo ni que todo siga igual sin cambio alguno. Por el contrario, significa preservar lo que funciona y garantizar su calidad. Y ello solo se logra manteniendo y mejorando lo bueno día a día.
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