lunes, diciembre 19, 2011

Ante las medidas no gratas

Esta mañana, en el Congreso de Diputados, Mariano Rajoy será el segundo líder conservador democráticamente elegido, después de David Cameron, para la jefatura del Gobierno de un importante país europeo en entonar el discurso de sangre, sudor, trabajo y lágrimas.

Una vez más, le toca a la derecha reconstruir las cuentas públicas y espolear la productividad del país. A diferencia del británico, Rajoy no es visto como un apestado en la Unión Europea y uno recuerda que Churchill decía que lo único peor que había de luchar con aliados era luchar sin ellos. Sin embargo, Churchill, el paradigma de ese espíritu del bulldog que tanto se invoca estos días en la Cámara de los Comunes, hubiera entiendo perfectamente el desaire de Cameron a los socios europeos que pastorea el eje franco-alemán. En las mismas circunstancias, cualquier político de Reino Unido hubiera hecho lo mismo. Un líder político español ni puede ni debe dar tal portazo. Ahora bien, lo hecho por Cameron no merece una enmienda a la totalidad por parte de Rajoy. Su actuación nos alerta de hacia dónde va la Unión Europea y contiene lecciones válidas para el nuevo Gobierno de España.

Interés nacional
Cameron advirtió que rompería la baraja al enfilar Merkoly (el término es más exacto que Merkozy, puesto que este supone erróneamente una igualdad de fuerzas entre la canciller alemana y el presidente francés) su rodillo reglamentario hacia la City. Hizo lo que dijo que iba a hacer y su coherencia es de agradecer. Se dice que calculó mal, pero tiempo al tiempo: no hemos visto, ni muchísimo menos, el acto final de este particular drama. Fue muy refrescante, en todo caso, y además de agradecer, escucharle a Cameron decir que actuaba de acuerdo con lo que él entendía era el interés nacional de Reino Unido. En los meses venideros, los diktats de Berlín le van a poner a Rajoy en parecidos aprietos. Ya era hora de reivindicar en la Unión Europea este particular elefante que es el interés de nación que, quiérase o no, habita en la habitación común.

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