martes, septiembre 25, 2012

Occidente y el islam, hacia una fractura cada vez más profunda


-Para los que creen en el "choque de civilizaciones" entre el mundo islámico y la democracia occidental, los hechos de las últimas semanas habrán sido una confirmación de su teoría. Incluso quienes rechazan esa expresión ahora especulan con el fracaso del entendimiento entre los occidentales -en especial, los norteamericanos- y muchos musulmanes.
La indignación y la violencia desencadenadas por una película burda que ridiculiza al profeta Mahoma deja al descubierto el abismo que separa la libertad de expresión y el individualismo occidentales de la sensibilidad de algunos islámicos por lo que consideran una campaña de humillación contra su religión.
El director ejecutivo del Congreso Islámico Norteamericano, Zainab al-Suwaij, calificó de "absurda" la violencia: "El video es ofensivo, pero se trata de una reacción grotesca y exagerada, que en parte está siendo instigada por islamistas radicalizados en su propio beneficio. Los hechos dejan al descubierto la profunda desinteligencia entre ambas culturas".
Aunque hace foco en la cuestión religiosa, el enfrentamiento se alimenta de otros hechos. La guerra contra el terrorismo, los ataques de Estados Unidos con aviones no tripulados, las guerras de Irak y Afganistán y la prisión de Guantánamo son la continuación, desde el punto de vista islámico, de siglos de interferencia, hipocresía y promesas incumplidas por parte de Occidente.
Mientras tanto, muchos norteamericanos ven en esa región un foco de terrorismo, toma de rehenes, odio y caos. En Europa, esas preocupaciones se entremezclaron con otras batallas, como la de la inmigración o el multiculturalismo.
No todas las noticias que llegan de la región apuntan a una desinteligencia insalvable. Muchos libios, especialmente los jóvenes, manifestaron sus condolencias por la muerte del embajador Chris Stevens y aclararon que los militantes que lo asesinaron no los representan.
Sin embargo, con la "primavera árabe" los norteamericanos no se ganaron tantos amigos como esperaban. Los mismos países donde Washington apoyó los pedidos populares de cambio de régimen -Egipto, Túnez, Libia y Yemen- ahora sufren el rebrote antinorteamericano.
Preocupa y mucho que gobiernos como el de Egipto ahora estén jugando a dos puntas: a Estados Unidos le dicen lo que quiere oír, mientras que internamente tienen un discurso mucho más indulgente hacia los grupos antioccidentales.
Más vale que Washington se vaya acostumbrando.
"Lo que vemos ahora es que los gobiernos de la región están mucho más preocupados por sus propios ciudadanos, lo que implica que ser vistos como demasiado afines a Estados Unidos se ha convertido de pronto en un factor en contra", dice Jon Alterman, ex funcionario del Departamento de Estado y actual especialista en Medio Oriente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.
La imagen popular de Estados Unidos en Medio Oriente contrasta de plano con la imagen que tienen de sí mismos los norteamericanos. Washington y Europa son vistos como polos de poder que abandonan a los líderes autocráticos cuando su suerte ya está echada y que siguen apoyando a gobiernos como el de Bahrein, acusado de represión.
Quien gane las elecciones de noviembre en Estados Unidos deberá enfrentar una seguidilla de desafíos en toda la región. Mientras enfrenta a Irán por su programa nuclear, apoya a los rebeldes en Siria y a los gobiernos del Golfo, Washington corre el riesgo de verse arrastrado a involucrarse aún más en el histórico enfrentamiento sectario entre sunnitas y chiitas.
Estados Unidos ya debe lidiar con su menguante influencia en Irak y ahora debe resolver su salida de Afganistán y evitar que Paquistán se hunda en el caos. Además, están las negociaciones con dos aliados clave, Israel y Arabia Saudita, cada uno de ellos problemático a su modo.
Israel está amenazando con una acción militar contra las instalaciones nucleares de Irán. El conflicto palestino-israelí sigue en punto muerto y el rival de Obama para la presidencia, el republicano Mitt Romney, señaló a principios de año que ve pocas chances de solución.
Said Sadek, profesor de política de la Universidad Norteamericana de El Cairo, dijo que los pueblos de Medio Oriente prefieren a Obama que a Romney. "Es considerado el único presidente que le tendió la mano a Medio Oriente. Pero es una situación difícil", dice Sadek.
Aunque muchos norteamericanos preferirían desentenderse directamente de la región, Obama dejó en claro que ésa no es una opción: "Lo único que no podemos hacer es retirarnos de la región", dijo. "La presencia de Estados Unidos sigue siendo la única indispensable."

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