lunes, diciembre 10, 2012

Luna llena


El chavismo se enfrenta, debido a la enfermedad de su fundador, a uno de los retos más importantes de su existencia política. Pese a ello, el triunfalismo de los enemigos de Chávez es injustificado. La coalición del Comandante controla la mayor parte del Estado y su partido, aunque debilitado por las pugnas propias de la sucesión, continúa siendo una maquinaria en plena forma. Él mismo es capaz de alterar el ajedrez de la política venezolana moviendo alfiles a discreción y ensayando un par de enroques audaces.Chávez, a pesar del cáncer, puede eso y mucho más. Por último, el caudillo puede eclipsarse, pero no sucederá lo mismo con el caudillismo.
La elección de Nicolás Maduro como sucesor sólo tendrá sentido si el chavismo permanece unido tras una eventual desaparición de su líder. Con el apoyo de Elías Jaua y Diosdado Cabello, y teniendo tras de sí el respaldo de los gerifaltes del movimiento, es posible ejercer un triunvirato de equilibrios por un tiempo determinado. Sin embargo, semejante acomodo está condenado a desaparecer en función a la dinámica cesarista del chavismo. Es difícil que el PSUV gire hacia el corporativismo de buró sin una purga de por medio. 
Por eso, la apuesta del comandante "firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta y total" en el sentido de que sus partidarios elijan a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela depende de complejos factores que no terminan de aflorar. Ciertamente, el espaldarazo beneficia a Maduro, un hombre que sabe esperar, pero el control del partido y el respaldo definitivo de los militares son temas que sólo serán aclarados cuando falte el Comandante. Si es que llega a faltar.
De la misma forma en que sólo una oposición unida es capaz de conjurar la prolongación innecesaria del chavismo, la unidad de las izquierdas en el bloque oficialista es la condición necesaria para garantizar la supervivencia de un sistema  fundado en el voluntarismo presidencial.
Con todo, la desaparición física del comandante no regenerará de por sí la democracia. La baja calidad de sus instituciones, el histórico particularismo del Estado, el carácter sumamente parcializado y patrimonial de la actividad política, y el peligro de repetir los errores estériles de Punto Fijo son cargas muy pesadas para la sociedad venezolana. Cuando las instituciones dependen de un solo hombre, a manera de luna llena (centro y raíz de la vida política), el sistema adolece de graves contradicciones y la democracia peligra de forma constante. Siendo así, es mejor no engañarse. O se transforma el modelo (para lo que es preciso un amplio consenso) o no tardarán en retornar a escena el populismo demagogo y su némesis, la indiferencia oligárquica. Y así, lamentablemente, es que se construye el círculo vicioso del subdesarrollo. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

 
Libardo Buitrago / Blog © 2013 | Designed by RA