jueves, mayo 23, 2013

La Alianza del Pacífico acelera la integración económica de América Latina


Los presidentes de México, Colombia, Chile y Perú, reunidos este jueves en Cali, donde se celebra la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico,avanzarán en la integración económica de América Latina tras haberse comprometido a liberalizar este año el 90% de su comercio. Este bloque, formado por las cuatro economías de mayor crecimiento de la región, tiene también importantes consecuencias geopolíticas para el continente: frente a un Mercosur -integrado por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y ahora Venezuela- estancado desde hace años, y ante las futuras negociaciones para el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, en sus siglas en inglés), que impulsa EE UU, o en foros como la Organización Mundial de Comercio (OMC), donde podrán llevar una posición común.
Los cuatro países de la Alianza del Pacífico, constituida formalmente en junio del año pasado, representan en conjunto el 35% del PIB de América Latina, el 50% de las exportaciones del continente y su población supera los 200 millones de habitantes, lo que supone una verdadera alternativa al coloso brasileño. Significa, además, un nuevo modelo de integración regional interesado en el fortalecimiento de las instituciones democráticas y orientado hacia la libre circulación de bienes, capitales, servicios y personas y hacia los mercados de Asia.
“Es un cambio de paradigma”, afirma Luis de la Calle, consultor y antiguo subsecretario de Comercio Exterior con el presidente mexicano Ernesto Zedillo (1994-2000). “En el pasado los procesos de integración en América Latina eran diálogos de sordos, acuerdos comerciales entre economías cerradas. La Alianza apuesta por la estabilidad y una apertura conjunta completa en la que se eliminan aranceles, restricciones a las inversiones y al movimiento de personas. Mercosur no solo no funciona, sino que además sus miembros se cierran al comercio entre ellos y a terceros”.
El nuevo bloque contrasta con otras instancias regionales con tendencias más proteccionistas como Mercosur o más ideológicas como el ALBA(Alianza Bolivariana para los Pueblos de América), de capa caída tras la muerte del presidente Hugo Chávez, y abre una línea divisoria en sentido vertical en el continente. “Mercosur camina en dirección opuesta. Lleva décadas anquilosada y es retrógrada en términos comerciales”, apuntan fuentes del actual Gobierno mexicano, orgullosas de la ofensiva comercial de su país en el nuevo escenario que se abre. En este sentido, apuntan, “no es fortuita la visita que el presidente chino, Xi Jinping, realizará a México la primera semana de junio. Será una gran oportunidad para destrabar una relación parada desde hace 12 años”.
México pretende reducir el enorme déficit comercial que tiene con China y otros países como Singapur y Corea del Sur, muy superior al de sus socios de la Alianza del Pacífico que lo equilibran con la exportación de materias primas, y además compite con el gigante asiático en el terreno de las manufacturas. Según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 2012, México exportó a China por valor de 5.700 millones de dólares, mientras que importó bienes por valor de 56.936 millones de dólares. La brecha se amplía hasta los 80.000 millones si se tiene en cuenta el conjunto de Asia.
La Alianza del Pacífico puede ser un buen instrumento para conseguir ese fin. Gerardo Esquivel, economista del Colegio de México, argumenta que posiblemente “sirva de antecedente para ir unidos en la negociación del TPP y empujar en bloque por la apertura de los grandes mercados asiáticos, algo por lo que EE UU está presionando mucho dada la debilidad de su mercado interno”. “El objetivo del TPP”, añade Luis de la Calle, “es fijar una fuerte disciplina en materia de comercio, sobre todo en propiedad intelectual y comportamiento de las empresas públicas, para que un día se le pueda imponer a China. De ahí la ofensiva diplomática del presidente chino”.
Para Ramón Padilla, economista de la CEPAL, la Alianza puede tener ventajas más inmediatas como “lograr mayor complementariedad en los mercados regionales, contar con más alternativas que los mercados de EE UU y Europa y abrir espacios para la pymes locales por afinidad cultural y de patrones de consumo” entre los países miembros. En el caso de México, añade, “permitirá diversificar sus exportaciones, actualmente muy concentradas en EE UU -77,6% del total -, y dar una oportunidad a sus sectores más competitivos de capital nacional como el agroalimentario, el calzado o el textil”.
Padilla subraya que, pese a queMéxico ha firmado más de 40 acuerdos comerciales con otros tantos países, apenas han tenido impacto en la diversificación de su comercio. En su opinión, “los tratados de libre comercio son condición necesaria pero no suficiente para impulsar el desarrollo. Deben complementarse con una política industrial activa. En los últimos 15 años se han formado varios bloques comerciales en América Latina, pero no ha habido integración regional real”.
Es probable que a la nueva zona de libre comercio creada por México, Colombia, Chile y Perú se sume pronto Costa Rica, país que asiste como observador a la cumbre de Cali y que también será visitado por el líder chino en su gira americana, y más adelante Panamá e incluso Uruguay. “Pese a ser parte de Mercosur y tener un Gobierno de izquierdas”, asegura Luis de la Calle, “Uruguay es ya observador y tiene interés en entrar en la Alianza del Pacífico porque no tiene confianza ni en Argentina ni en Brasil. Si la Alianza tiene éxito va ser un reto para Brasil”. Dos modelos de desarrollo y de futuro a los que se enfrenta América Latina.



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