sábado, junio 15, 2013

Gigantesca movilización de seguridad y dinero para proteger a Obama en África

Cuando el presidente Obama haga su primera gran gira por el África subsahariana a finales de este mes, los organismos federales encargados de su seguridad no piensan correr ningún riesgo.
Está previsto enviar a cientos de agentes del Servicio Secreto estadounidense a una serie de instalaciones seguras en Senegal, Suráfrica y Tanzania. Y frente a la costa habrá un portaaviones o una nave anfibia de la Marina, con un servicio de urgencias médicas plenamente equipado a bordo, para su utilización en caso necesario.
Unos aviones militares de carga transportarán 56 vehículos de apoyo, entre ellos 14 limusinas y tres camiones cargados de láminas de cristal antibalas para cubrir las ventanas de los hoteles en los que residirá la familia del presidente. Grupos de cazas sobrevolarán en turnos sucesivos el espacio aéreo en el que se encuentre Obama, con el fin de proporcionarle protección las 24 horas e intervenir con rapidez si un avión extraviado se acerca en exceso.
Las elaboradas disposiciones de seguridad --que van a costar al gobierno decenas de millones de dólares-- están esbozadas en un documento interno y confidencial de planificación que ha obtenido The Washington Post. Aunque los preparativos parecen ser similares a los de otros viajes de este tipo en el pasado, el documento ofrece un atisbo poco frecuente de los gigantescos esfuerzos necesarios para proteger al presidente de Estados Unidos en sus viajes al extranjero.
Cualquier viaje presidencial, como el de la semana que viene a Irlanda del Norte y Alemania, supone un reto logístico inmenso y costoso. Pero el viaje a África es aún más complicado debido a una confluencia de factores que quizá lo conviertan en el más caro del mandato de Obama, según personas que conocen los preparativos.
La familia del presidente tiene previsto hacer, entre el 26 de junio y el 3 de julio, varias paradas en tres países para las que el gobierno estadounidense está suministrando todo lo necesario, en lugar de confiar gran parte de las medidas a la policía, las autoridades militares y los hospitales locales.
El presidente y la primera dama habían previsto también, dentro del viaje, participar en un safari en Tanzania, lo cual habría obligado al equipo especial de contraataque del presidente a llevar fusiles de largo alcance con munición de gran calibre, capaces de neutralizar a guepardos, leones o cualquier otro animal que pueda convertirse en una amenaza, según el documento de planificación.
Pero los responsables de la operación anunciaron el jueves que se había cancelado el safari para ir, en su lugar, a Robben Island, frente a la costa de Ciudad del Cabo, en Suráfrica, donde Nelson Mandela vivió encerrado cuando era preso político.
Cuando The Post preguntó a representantes de la Casa Blanca sobre el safari la semana pasada, la respuesta fue que todavía no había una decisión definitiva. El jueves, un portavoz aseguró que la anulación no tenía nada que ver con las preguntas del periódico.
“No tenemos recursos infinitos para sostener los viajes presidenciales, y hemos pensado que era más importante una visita a Robben Island que un safari de dos horas en Tanzania”, dijo el portavoz John Earnest. “Por desgracia, no era posible hacer las dos cosas”.
Varios documentos internos de la administración que circularon en abril muestran que la familia Obama tenía previsto ir tanto a Robben Island como al safari, según una persona que está al tanto de los preparativos.
Los expresidentes Bill Clinton y George W. Bush también hicieron viajes a distintos países africanos, y también fue necesario hacer laboriosos preparativos. Bush fue en 2003 y 2008, en ambas ocasiones con su esposa. Sus dos hijas les acompañaron en el primer viaje, que incluyó un safari en una reserva natural situada en la frontera entre Botswana y Suráfrica.
“Incluso en los países más desarrollados de Europa occidental, el volumen de material y grado de organización necesarios para sostener a la cantidad de gente que se mueve con el presidente son verdaderamente extraordinarios”, dice Steve Atkiss, que coordinó los viajes de Bush desde su puesto de asesor especial de operaciones. “Y cuanto más lejos vamos, a lugares menos desarrollados, los problemas son más logísticos, desde luego”.
Los representantes de la Casa Blanca y el Servicio Secreto no han querido hablar sobre los detalles del dispositivo de seguridad, y varios asesores del gobierno han advertido que el itinerario del presidente no es aún definitivo.
Estos viajes de Obama al extranjero se producen en un momento en el que las agencias y los organismos gubernamentales, entre ellos elServicio Secreto, están haciendo frente a unos recortes del gasto obligatorios y generalizados. El Servicio ha tenido que reducir su presupuesto para este año en 84 millones de dólares, y esta primavera anuló las visitas públicas a la Casa Blanca para ahorrar 74.000 dólares semanales en horas extra.
Muchos de los detalles de los viajes presidenciales al extranjero son secretos por motivos de seguridad nacional, y existe poca información pública sobre los costes totales. Un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental reveló que el viaje de Clinton a seis países africanos en 1998 había costado un mínimo de 42,7 millones de dólares. La mayor parte de ese gasto fue de tipo militar, sobre todo los 98 vuelos de transporte de personal y vehículos y el establecimiento de unidades provisionales de evacuación médica en cinco países.

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