Bashar al Asad, siete años más al frente de Siria

Es su tercer mandato de siete años, un paso más para perpetuarse en el poder como hizo su padre, Hafez al Asad (1971-2000).

No se sabe si Bachar, un oftalmólogo de profesión que cuando accedió a la Presidencia parecía un hombre con poco carisma y de talante moderado, es un Maquiavelo que mueve los hilos o la cara visible de un régimen inexpugnable que maneja la situación.

Sea como fuere, Al Asad se ha valido del férreo sistema político construido por su padre, del que heredó el cargo tras su muerte, el 10 de junio de 2000, para mantenerse en el puesto y acceder ahora a un nuevo mandato.

Su persona mueve pasiones entre los sirios, que lo odian a muerte o lo idolatran, dependiendo de su simpatía o enemistad con el régimen, aunque existe una gran masa que simplemente aspira a vivir en paz.

Frente a la rigidez de sus discursos, en las entrevistas que ha concedido en los últimos tres años el mandatario se ha exhibido siempre relajado, e incluso sonriente, conocedor de la idiosincrasia de la sociedad siria. "La mayoría de los sirios está en el centro y luego tienes a gente que te apoya y a gente que está en contra, así que la mayoría siempre está en el centro, lo cual no significa que esté en contra", decía en una de esas intervenciones, en las que suele dominar la retórica con habilidad.

Pese a defender contra viento y marea que Siria afronta una lucha contra el terrorismo y pese a haber mandado a los tanques contra los manifestantes, ha admitido que el sistema político de su país no es democrático y que son necesarias reformas. "Hay diferencia entre dictador y dictadura. La dictadura es el sistema y nunca dijimos que fuéramos una democracia, pero nos estamos moviendo hacia las reformas (...) Sobre mi persona, lo que haga debe basarse en la voluntad del pueblo, porque necesitas legitimidad popular", afirmaba en diciembre de 2011.

Ha cumplido a rajatabla la hoja de ruta que trazó en 2011, cuando adelantó que habría elecciones parlamentarias y una nueva Constitución antes de los comicios presidenciales en 2014.

Durante el discurso que pronunció este miércoles tras prestar juramento sobre el Corán, Al Asad esbozó las líneas principales de las que serán sus políticas en la próxima etapa, en la que no parece que vaya a cambiar su manera de gestionar el conflicto en el país, o lo que él denomina "lucha contra el terrorismo".

Asad, vestido con traje azul marino, corbata y camisa azul claro, caminó a lo largo de un gran alfombra roja ante los invitados, entre ellos, los representantes de las diferentes unidades militares del ejército, que en estos momentos son su principal apoyo contra la rebelión.

"Sirios, han transcurrido años desde que algunos gritaron libertad", dijo Asad al comienzo de su discurso de investidura en referencia a la oposición y a la rebelión que intentan derrocarlo desde marzo de 2011. "Quisieron una revolución, pero vosotros habéis sido los verdaderos revolucionarios. Os felicito por vuestra revolución y vuestra victoria", soltó dirigiéndose a sus partidarios.

El presidente Asad, reelegido el 3 de junio en unas elecciones consideradas una "farsa" por sus detractores, nunca ha reconocido la revuelta contra su régimen que comenzó con manifestaciones pacíficas hasta convertirse en una guerra civil.

Al final del acto, Asad apareció acompañado por su esposa Asma, con la que tiene tres hijos, y junto a la que intenta dar una imagen de modernidad y moderación frente a "los enemigos de la nación", como llama a "los terroristas de ideología takfiri" (extremistas radicales).

* El Presidente-oftalmólogo

Nacido el 11 de septiembre de 1965 en Damasco, Al Asad estudió Medicina y se especializó en Oftalmología en la capital siria y en Londres, donde cursó un postgrado.

En 1994, fue llamado por su padre, el entonces presidente, Hafez al Asad, tras la muerte de su hermano mayor Basel, el primogénito, en un accidente de tráfico. A partir de entonces, Bachar ascendió en la carrera militar con el apoyo paterno.

Después de la muerte de su progenitor, que gobernó durante casi tres décadas, fue declarado presidente por el Parlamento tras un referéndum popular en el que recibió una aprobación del 97,29 %; y juró el cargo el 17 de julio de 2000.

A su llegada al poder se pensó que iba a dar un giro democratizador, pero menos de un año después dio marcha atrás y fueron arrestados activistas y opositores. En 2007, Al Asad renovó su mandato por otros siete años en otro referéndum en el que obtuvo el 97,62 % de los votos.

Gracias a los comicios del 3 de junio pasado, celebrados únicamente en las zonas bajo el control gubernamental, ha accedido a un tercer mandato.

* La situación en Siria

Siria está desangrada por una guerra que provocó la muerte de aproximadamente 170.000 personas, y obligó a centenares de miles más a huir del país o desplazarse durante los últimos tres años. Además los yihadistas islámicos ultrarradicales del Estado Islámico (EI) controlan parte del este del país. "La situación en Oriente Medio fluctúa mucho. Para desgracia de los sirios, esta inestabilidad distrae la atención de la comunidad internacional", aseguró a la AFP Samir Nashar, miembro de la coalición de la oposición siria. "¿Debe concentrarse en el Estado Islámico, en Irak, en Egipto, en Palestina?", añade, y reconoce que "Asad ha conseguido estar en una posición (favorable) en comparación con el Estado Islámico y el extremismo".

Utilizando la misma estrategia de su padre, Hafez, quien gobernó el país con mano de hierro durante tres décadas, Bashar al Asad dio la espalda a Occidente durante los últimos dos años. Como consecuencia de ello se apoya en sus dos aliados incondicionales: Rusia e Irán, que le han suministrado armas y dinero. Además, Moscú y Pekín han hecho uso de su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar sanciones contra su aliado.

Al Asad se apoyó en los experimentados combatientes del Hezbolá chiita libanés que ayudaron a su ejército a ganar terreno, mientras que los rebeldes están enzarzados en una guerra entre ellos en la que han muerto más de 6.000 hombres desde enero pasado. Además, la brutalidad de los combatientes del EI, y su expansión tanto en Siria como en Irak, acapara la atención de los occidentales.

Bashar al Asad prestó su nuevo juramento mientras toda la región se encuentra a sangre y fuego, con una nueva ofensiva israelí en Gaza, Irak muy debilitado por el empuje yihadista y Libia en medio de la anarquía.Inmediatamente después se espera que renuncie el gobierno sirio. El presidente podrá elegir a un nuevo primer ministro o mantener a Wael Halaqi, quien tomó las riendas del gabinete en agosto de 2012.

El nuevo líder de la oposición, Hadi al Bahra, resume en pocas palabras la situación del país. "Bashar al Asad sigue siendo la razón principal de la crisis humanitaria sin precedentes que sufre el país. Su técnica 'de matar de hambre o morir' y su apoyo oficioso a grupos terroristas armados desgarran a Siria".