Las claves del consenso logrado en el nombre de José Miguel Insulza para ocupar el cargo de Secretario General de la OEA, en el análisis de Libardo Buitrago.
Haber propuesto su candidatura en representación de Chile, con todos los sectores políticos de gobierno y oposición, respaldando su aspiración. Cuando su nombre fue inscrito estaba acompañado por el entonces Presidente del Senado, Hernán Larrain, y quién lo sucedería en tan alto cargo Sergio Romero para mostrar que era un candidato ciertamente nacional. Haber presentado un discurso con tres énfasis: impulsar una reforma de la OEA, darle un potente contenido político al rol que debe cumplir y un nítido liderazgo. En estos tres pilares Insulza dejó instalada la idea que su candidatura era para potenciar el Organismo multilateral. Haber sorteado con éxito y demostrado que no era un candidato contra alguna nación miembro de la OEA. Las propias características del candidato que se resumen en un hombre de Estado, con una sólida formación diplomática, conocedor del Derecho Internacional, experimentado en las relaciones exteriores, amplia capacidad negociadora, hombre de acuerdos, y esencialmente un líder para enfrentar y tomar desafíos como los que precisamente requiere este organismo para el abordar el complejo mapa del hemisferio. La forma en que el Gobierno y la Oposición de Chile, desplegaron esfuerzos conjuntos y salieron a dialogar con los líderes de la Región, para mostrar la conveniencia del nombre de Insulza. Así se mostró que entendemos claramente que las políticas de Estado las asumimos todos. Por eso, el rol de los Senadores Larrain, Romero, Coloma y el Diputado Pablo Longueira, también fue clave para este objetivo. La articulación política del Presidente Lula de Brasil, ayudó a sujetar los 17 votos conquistados que dieron un quíntuple empate el pasado 11 de abril, y ampliar la base de apoyos. El rol del Presidente de Panamá de decirle personalmente a George W. Bush que Insulza era el candidato del consenso. El canciller argentino Rafael Bielsa, y por cierto, la contribución de Hugo Chávez en bajarle los decibeles a la retórica anti EE.UU. La puesta en escena de una fina estrategia diseñada por el Presidente Lagos, gestionada por el canciller Walker, y un prolijo trabajo en todas las instancias, rindieron su fruto. Condoleeza Rice con todos estos elementos en la mano y la certeza que Chile representaba la opción de un amplio consenso, jugó a fondo sellar un camino de unidad. Extendió su estadía, dialogó con todos los actores involucrados y con su fino talento le dio el toque final al necesario consenso para conducir la OEA. Es un triunfo de toda la Región y no es una derrota para Luís Ernesto Derbéz. Chile y México tienen profundos lazos de amistad. Hemos diseñado una alianza estratégica, que hoy está más fuerte y sólida. El gesto de Derbéz lo exalta en su condición humana. Al Presidente Fox, del mismo modo. Sorteado el camino de esta manera, ahora nos debemos abocar a un fructífero trabajo en la OEA donde tenemos mucho que avanzar en el futuro y con altura de miras comprender los grandes temas que se deberán tratar en su seno como integración, unidad, fortalecimiento democrático. Y con urgencia desplegar una política diplomática preactiva, que ayude a identificar los potenciales conflictos y a intervenir con oportunidad en los presentes.
Haber propuesto su candidatura en representación de Chile, con todos los sectores políticos de gobierno y oposición, respaldando su aspiración. Cuando su nombre fue inscrito estaba acompañado por el entonces Presidente del Senado, Hernán Larrain, y quién lo sucedería en tan alto cargo Sergio Romero para mostrar que era un candidato ciertamente nacional. Haber presentado un discurso con tres énfasis: impulsar una reforma de la OEA, darle un potente contenido político al rol que debe cumplir y un nítido liderazgo. En estos tres pilares Insulza dejó instalada la idea que su candidatura era para potenciar el Organismo multilateral. Haber sorteado con éxito y demostrado que no era un candidato contra alguna nación miembro de la OEA. Las propias características del candidato que se resumen en un hombre de Estado, con una sólida formación diplomática, conocedor del Derecho Internacional, experimentado en las relaciones exteriores, amplia capacidad negociadora, hombre de acuerdos, y esencialmente un líder para enfrentar y tomar desafíos como los que precisamente requiere este organismo para el abordar el complejo mapa del hemisferio. La forma en que el Gobierno y la Oposición de Chile, desplegaron esfuerzos conjuntos y salieron a dialogar con los líderes de la Región, para mostrar la conveniencia del nombre de Insulza. Así se mostró que entendemos claramente que las políticas de Estado las asumimos todos. Por eso, el rol de los Senadores Larrain, Romero, Coloma y el Diputado Pablo Longueira, también fue clave para este objetivo. La articulación política del Presidente Lula de Brasil, ayudó a sujetar los 17 votos conquistados que dieron un quíntuple empate el pasado 11 de abril, y ampliar la base de apoyos. El rol del Presidente de Panamá de decirle personalmente a George W. Bush que Insulza era el candidato del consenso. El canciller argentino Rafael Bielsa, y por cierto, la contribución de Hugo Chávez en bajarle los decibeles a la retórica anti EE.UU. La puesta en escena de una fina estrategia diseñada por el Presidente Lagos, gestionada por el canciller Walker, y un prolijo trabajo en todas las instancias, rindieron su fruto. Condoleeza Rice con todos estos elementos en la mano y la certeza que Chile representaba la opción de un amplio consenso, jugó a fondo sellar un camino de unidad. Extendió su estadía, dialogó con todos los actores involucrados y con su fino talento le dio el toque final al necesario consenso para conducir la OEA. Es un triunfo de toda la Región y no es una derrota para Luís Ernesto Derbéz. Chile y México tienen profundos lazos de amistad. Hemos diseñado una alianza estratégica, que hoy está más fuerte y sólida. El gesto de Derbéz lo exalta en su condición humana. Al Presidente Fox, del mismo modo. Sorteado el camino de esta manera, ahora nos debemos abocar a un fructífero trabajo en la OEA donde tenemos mucho que avanzar en el futuro y con altura de miras comprender los grandes temas que se deberán tratar en su seno como integración, unidad, fortalecimiento democrático. Y con urgencia desplegar una política diplomática preactiva, que ayude a identificar los potenciales conflictos y a intervenir con oportunidad en los presentes.
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