El diario El Tiempo de Colombia trae esta interesante crónica sobre esta decisiva batalla que bien vale la pena leer:
La batalla del pantano del Óder, que comenzó el 16 de abril de 1945, precipitó la derrota de Alemania y el fin de la segunda guerra mundial. Si le interesa la Historia y tiene posibilidad de visitar Europa, no olvide un recorrido por uno de los lugares menos favorecidos por el espléndido desarrollo arquitectónico y económico del viejo mundo. Una comarca llamada Seelow, 80 kilómetros al oriente de Berlín, de la que es casi imposible, por fuera de Alemania, conseguir registros fílmicos puesto que nunca ha sido visitada por una cámara de Hollywood. La población tiene 6 mil habitantes y una tasa del desempleo del 29 por ciento, una de las más altas de Alemania. Allí las calles presentan fracturas profundas y el ambiente de la mañana de un lunes de trabajo se identifica con el de las 6 de la tarde de un domingo en las zonas industriales de cualquier ciudad. La conquista de Berlín “La colina de Seelow era el último obstáculo natural que tenía el ejercito soviético en su avanzada hacia la agonizante Berlín, desde enero de 1945, cuando la Wehrmacht –Fuerzas Armadas Alemanas– fue sorprendida y doblegada por el gigantesco y ligero avance del ejército rojo, que había logrado salvar el río Weichsel (Polonia) y se apostaba a 500 kilómetros de la capital alemana, el centro del poder del Tercer Reich”, se lee en los registros cronológicos de los últimos días de la guerra. En marzo, los alemanes fueron obligados a abandonar su fortaleza construida en la ciudad polaca de Kuestrin y la tropa roja se concentró en la construcción de un puente sobre el Oder, que debía ser atravesado por 2 millones de soldados del I Frente Ucraniano, al mando del Mariscal Iván Konjev y al II Frente Bielorruso, al mando del general Georgi Schukov. Al final de ese mes, el general alemán Theodor Buse, por orden de Hitler, había logrado juntar un millón de hombres para defender la colina. El Noveno Regimiento del ejército alemán fue completado de prisa por el llamamiento a filas de la última leva de hombres que quedaba en la región. “Eran adolescentes pertenecientes a las juventudes hitlerianas, viejos reservistas y soldados que ya habían recibido la baja”, precisa Gerd Hermann, director del Museo, con base en testimonios escritos depositados allí por sobrevivientes de la batalla.
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