El Presidente de Perú, ingresó ayer directamente en persona a la situación del llamado "caso armas" con Chile. El asunto venía siendo manejado exclusivamente en la esfera política por el Premier Carlos Ferrero, y con dos actos los subió de categoría: primero, evitar una reunión que por cierto no estaba agendada pero que se hubiera podido desarrollar con el Presidente Ricardo Lago. Segundo, pedirle a Chile una "excusa pública" por haber vendido municiones a Ecuador entre 1994 y 1995.
El caso evidencia que Perú tiene la iniciativa en sus manos. El recuento que hiciera en los medios nacionales el Embajador Mariano Fernández, entonces Subsecretario de Relaciones Exteriores, puso en la superficie lo que en Perú ampliamente conocían: hubo venta de municiones y entrega de ellas en pleno conflicto del Cénepa, aunque a Chile le asista la razón de cumplir el contrato. La fundamentación de Fernández, estuvo muy bien hilada, coherente, sólida. Salvo, un poco tarde. En diplomacia también los tiempos son fundamentales. A la luz de la trascripción del documento chileno, y su diálogo con el embajador del Perú Alfonso Ribero, se le dieron explicaciones y seguridades privadas que no se harían más enviós, pero se reconoció en la fecha el deber de cumplir con un contrato previamente firmado con Ecuador, el que se debía "honrar". Lo que se debió hacer después, de haber reflotado el tema, por las declaraciones de un ex general ecuatoriano, fue haber mantenido la misma argumentación que en privado había dado Chile a Perú. Eso significa que en el escritorio de Perú, debían estar constancias de las ayuda memoria con las explicaciones que entregó el Canciller (s) al Perú y sus respuestas. Haber consultado a los actores, como por ejemplo, el embajador de Chile en Perú, en la época el destacado diplomático Carlos Martínez Sotomayor, y con ellos haber construido un escenario de respuesta en la misma dirección a la que se dió hace 10 años, y que fue aceptada por las autoridades peruanas de la época. Perú en cambio si tenía en su carpeta los documentos donde se dejó constancia -formal o informal- de las explicaciones chilenas, y sobre ella trabajo una nueva idea: si hace 1o años recibimos excusas privadas, porqué no las pedimos publicamente. Y fue este argumento el que se impuso. Tensionaron el caso, y nuestra respuesta no fue -como debió haber sido - ampliamente satisfactoria, dejamos un forado por el cual nos dejaron "pedaleando en el aire" con la frase: "Chile solo da explicaciones una vez. No dos ni tres". Pues bien, los hechos muestran que debemos dar dos y tres. Y lo peor es que estamos emplazados públicamente a hacerlo. El gobierno y la Cancillería deben tomar el conjunto del "caso armas" y proceder de conformidad. No hacerlo, nos deja en una situación precaria: que no se dice la verdad, o a lo menos que se intenta atenuarla. Este es un punto para Alejandro Toledo. Le subirán los bonos de la forma en que se maneje el caso los próximos días. La sensación que le tienen los dedos aprisionados en la puerta a Chile, ya es un dato. Por el bienestar de las relaciones vecinales, y aunque se le deba entregar un punto favorable a la alicaída imagen de Toledo, se debe concurrir con una explicación -reitero sobre los mismos parámetros que se hizo hace una década- a Perú, parq que no sufra menoscabo nuestra credibilidad internacional.
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