miércoles, julio 13, 2005

Despidan a Karl Rove!",

Ese pedido de renuncia es un tiro por elevación que pega directamente en los más alto cargos de la Casa Blanca: el presidente Geogre Bush y en su vicepresidente Dock Cheney. Karl Rove, es el más importante asesor de Bush y a él le atribuyen las victorias de las campañas electorales. Desde hace unas semanas, Rove está en el centro del escándalo vinculado a las filtraciones a la prensa sobre la verdadera identidad de Valerie Plame, una espía de la CIA. Pasar información de ese tipo constituye un grave delito federal en EE.UU. Se sospecha que esta filtración que terminó con la carrera de Plame fue en represalia contra su esposo, el embajador Joe Wilson. El diplomático fue enviado a Africa por la Casa Blanca para evaluar las denuncias de que Irak intentaba obtener uranio para armas nucleares en Níger. Tras investigar esto, Wilson dijo que no había prueba alguna de esa compra. No obstante Bush utilizó documentos adulterados para probar esa transacción y lo utilizó en uno de sus discursos contra Irak. Wilson insinuó en un artículo de opinión en el New York Times que el gobierno había manipulado la inteligencia sobre armas de destrucción masiva para justificar la invasión de Irak. Y su viaje a Africa fue la base de esas críticas. Cinco días después se produjo la filtración a la prensa. Ahora ya hay pruebas comprometedoras que indican que la Casa Blanca mintió al público durante dos años al insistir que Karl Rove no fue quien hizo trascender el nombre de la agente de la CIA a la prensa.Hubo dos periodistas implicados. Judith Miller, periodista del New York Times, está en la cárcel por negarse a identificar ante un fiscal federal quién le había pasado la información sobre Plame. Pero Matthew Cooper, de la revista Time, aceptó cooperar cuando una fuente, Rove, le autorizó a hacerlo. En el email que recibió Cooper del 11 de julio de 2003, Rove dice que Plame "aparentemente trabaja" para la CIA.Tras dos días de preguntas a Rove sobre el tema en una comisión legislativa, la oposición demócrata reclamó a Bush que cumpliera con la promesa que hizo, en junio de 2004, de despedir a cualquier persona involucrada en la divulgación de la identidad de la agente Plame.La encrucijada es evidente: si Bush acepta la renuncia de un asesor de la influencia de Rove es admitir la falta y si no lo hace el escándalo podría ascender hasta quienes, en la cúpula dieron luz verde para la filtración.Ayer, al ser interrogado por la prensa, Bush no respondió la pregunta de si destituiría a Rove o no. También el vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan, recibió múltiples preguntas al respecto. Hasta el lunes, el vocero negaba que Karl Rove hubiera tenido algún vínculo con la información que recibió clandestinamente la prensa pero ayer se negó a hacer comentarios. Un dolor de cabeza para Bush, Rove es considerado un estratega clave. ¿Será la hora de saldar viejas cuentas?.

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