Sugiero la lectura de este interesante artículo que viene hoy en la Gaceta de los Negocios de España:
El mundo libre se alegra ante los fallidos atentados que han vuelto a conmocionar Londres. La ciudad quedó de nuevo paralizada y confusa, pero sin víctimas humanas. Ojalá sea cierta la interpretación de Tony Blair: esta vez los terroristas pretendían sólo asustar. Aunque no había inicialmente confirmación oficial, se apunta hacia una nueva acción del terrorismo de cuño islámico. Lo sucedido reitera la necesidad de seguir avanzando en medidas para prevenir en lo posible esas acciones violentas, con la cooperación internacional. En el caso del Reino Unido, vuelve a aparecer Pakistán en la trama, y su presidente está por suerte dispuesto a intervenir, a diferencia de lo que sucede en otros países con población musulmana dominante. La respuesta de los ciudadanos de Londres, a pesar de su estupor, hará honor a sus tradiciones. No parece que vayan a amedrentarse, aunque sientan la necesidad de una mayor seguridad y prevención. Está por ver de todos modos el riesgo de que se incremente la crítica al Gobierno británico por Irak. En todo caso, no parece momento para acentuar los errores de perspectivas de los servicios de información y espionaje, cuyos informes han sido revelados en medios informativos internacionales. Lo bueno de Scotland Yard es que se puso enseguida, apenas pasado el 7-J, a trabajar en la elaboración de nuevas directrices para afrontar la lucha contra el terrorismo, consciente de la radical novedad que supone la amenaza de los activistas suicidas. Por su parte, Tony Blair tendrá que asumir políticamente el error de sus funcionarios, que llegó a rebajar el nivel de alerta. El Parlamento investigará con sosiego la actuación de esos servicios. Pero todo indica que el grave problema seguirá siendo tratado como asunto de Estado, no como moneda de cambio partidista.
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