ANSIEDAD. UN GRUPO DE ISRAELIES ESCUCHA NOTICIAS SOBRE SHARON. AFP
Los hechos que no fueron también producen cuotas de nostalgia. La alimenta la noción de lo que habría sido si se hubieran dado los pasos que estaban comprometidos. Este enero de 2006 el mundo estaría observando con curiosidad y un largo resuello el comienzo del final de la histórica crisis de Oriente Medio. La Hoja de Ruta respaldada por EE.UU., la ONU, Rusia y la Unión Europea, determinaba que hacia fines de 2005 existiría establecido un Estado Palestino con todas los atributos y reglas. Es posible que ese calendario de años haya sido desde su formulación una enorme ingenuidad, tan inútil como intenso el saboteo al que fue sometido por todas las partes involucradas.Es tal el páramo en la región que devela el nacimiento de este nuevo año que el mundo, en lugar de solazarse por la inexistente solución nacional del conflicto, desespera por los retazos del plan que había dibujado el agónico Ariel Sharon.Si se desentraña un poco para observar de qué se trata, surge nítido que la salida de la Franja de Gaza que ordenó Sharon fue parte de la argamasa para retener los grandes territorios tomados en Cisjordania tal y como advirtió hace un año en la Casa Blanca Dov Weissglas, el principal asesor del premier. A cambio habría una entidad palestina. Sharon acabó por entender a sus 80 años que no tenía futuro la política del cercenamiento incesante al otro bando. Por cierto que esa toma de conciencia la hizo plantado como pocos en los intereses históricos israelíes por territorio y seguridad. El polémico muro es parte de la frontera de ese borrador, instalado sobre gran parte del territorio del otro bando que antes de esa construcción ni siquiera estaba en disputa. La muerte de Yasser Arafat en 2004, más que cualquier otro suceso, dio alas definitivas a la perspectiva del premier, que si no caía enfermo hubiera reforzado su poder por derecha, centro e izquierda en las elecciones de fines de marzo. En ese escenario, que el fundamentalista Hamas aceptara ir a elecciones en las legislativas palestinas de dentro de dos semanas no hubiera sido una mala noticia. Se ha sostenido siempre que un atisbo de política fortalecería a las palomas de todos los lados. Pero en el actual momento de la región, donde todo está nuevamente en el aire, aparece como un elemento más de inestabilidad, especialmente porque la organización marcha favorita y añade argumentos a los halcones de Israel. Nadie sabe si esas elecciones se van a realizar. Hay un desmadre de seguridad total en los territorios que no pocos sospechan que lo crea Al Fatah, el partido del presidente Mahmoud Abbas, para forzar la cancelación de los comicios. No es difícil imaginar las consecuencias que tendrá ese clásico de la política de Oriente Medio de derramar más combustible sobre un fuego que no se apaga.
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