1. Celo por su autoridad
Una constante de Michelle Bachelet en la campaña fue demostrar que "ella es la que manda". Lo que más le desagrada es que la estigmaticen como una mujer sin carácter. "Es una estrategia súper diseñada la del ninguneo, que viene desde que era ministra, exigiéndome equipos y propuestas cuando ni siquiera era candidata", ha dicho. Esto la lleva a un excesivo celo por el control y dificultad para delegar. Debido a que, además, desconfía de los políticos tradicionales, siempre busca mostrar que es ella y no éstos los que toman las decisiones. Estos rasgos fueron muy marcados en la primera vuelta. Un colaborador recuerda que el sábado 15 de octubre, cuando se le entregó el borrador de su programa de gobierno, ella citó a la plana mayor de su equipo en la noche y los recibió con el texto tachado casi en su totalidad. Su reacción se interpretó como una forma de afirmar su autoridad. Otro asesor señala que esta dificultad para delegar fue una de las causas de la desorganización que se vio en su comando en los días previos al 11 de diciembre.
2. Desconfiada y compartimentada
Su historia política la ha marcado como una persona desconfiada, que prefiere trabajar en forma compartimentada. Entre 1970 y 1973 ocultó su militancia socialista porque vivía en una villa de la Fuerza Aérea. Y durante el régimen militar inició un trabajo clandestino apoyando a militantes del PS ocultos. "Eso tiene que ver con la formación que tuvimos como generación y con el clandestinaje", comenta un integrante del comando. Sus propias declaraciones delatan este rasgo. "Fobias no tengo, salvo a los chupamedias, a esa gente para quienes al día siguiente de mi nombramiento pasé a ser la Michellita", dijo en una entrevista tras asumir en Salud. Por su mentalidad de célula tiende a segmentar la información y trabajar con hermetismo. "Con ella nadie tiene toda la información", afirma un colaborador. "Es empática, amable, pero no es posible penetrarla para saber qué piensa, con quién toma decisiones, cuándo está enojada", dice un personero que colaboró varios meses con ella.
3. El fantasma de la traición
El temor a la traición es otro elemento distintivo. No olvida que a su padre lo encarcelaron y torturaron en 1973 por orden de oficiales que habían sido compañeros de toda la vida. Tampoco que una amiga suya, integrante del MIR, quien dio su nombre y el de su madre, Angela Jeria, a la Dina, lo que llevó a su detención en Villa Grimaldi. Menos aún que su pololo, Jaime López, dirigente del PS, se transformó en colaborador de los organismos de seguridad tras haber sido torturado. "El fuego amigo es el que más duele", ha dicho la hoy Presidenta electa. Por eso valora la leatad y la reserva.
4. Toma de decisiones
La lentitud para tomar decisiones es otra de sus características lo que ya generó críticas cuando fue ministra de Salud y Defensa, por la falta de avance en las agendas legislativas de esas carteras. Cercanos atribuyen esto a a su formación de médico: "Primero estudia, luego evalúa y sólo después actúa", dicen en el comando. La dificultad para delegar acentúa este punto. "Frei no dominaba todos los temas, pero delegó. Ella no lo hizo nunca antes de la primera vuelta", dice un personero que la conoce.
5. Empatía y liderazgo femenino
Empática y muy cálida, su inteligencia emocional ha sido un componente no menor de su ascenso político. En julio del 2004, cuando viajó a Haití como ministra de Defensa, durante un acto oficial el general Juan Carlos Salgado quedó en un puesto secundario. Pero ella se encargó de que se le buscara una silla y que se sentara a su lado, dándole un rol más importante. Así, el trato cara a cara le ha permitido ganar importantes aliados. A esta característica se suma su identidad femenina, lo que ella considera la esencia de su liderazgo. Bachelet piensa que las mujeres hacen política de manera muy distinta a los hombres, en forma más cálida y cercana, y por lo tanto más confiable en su opinión. Ser mujer y su obsesión por eventuales discriminaciones de género la han marcado. Cuando asesoraba al Ministerio de Salud en los 90, se disgustaba cuando le sugerían no viajar a regiones para no dejar solos a sus hijos.
6. Disciplinada y exigente
Quienes han trabajado con Bachelet destacan su autodisciplina, calificándola como exigente consigo misma y sus colaboradores. En su rol de candidata solía trabajar desde las 6.30 de la mañana hasta las 11 de la noche, aunque varias veces su jornada se alargaba más allá de la medianoche. Cuando estuvo en Salud no dormía más de cuatro o cinco horas diarias, mientras que en Defensa laboraba habitualmente los fines de semana. Uno de sus asesores en el comando dice que ella "siempre se acuerda de todo lo que le ha pedido a alguien, aunque hayan pasado semanas". A esto se suma que suele ser bastante detallista.
7. Pragmatismo político
Su pragmatismo político lo ha demostrado muchas veces. La última fue después del 11 de diciembre, cuando incorporó a figuras emblemáticas de la Concertación de las cuales antes había tomado distancia, como Andrés Zaldívar. Otra demostración fue su cordial relación con el mundo militar como ministra de Defensa, a pesar de lo ocurrido con su padre. En Salud, su idea inicial era fortalecer el sistema estatal, pero dijo que después se dio cuenta que no tenía sentido ampliar la infraestructura pública si la privada estaba disponible. Lo mismo se puede decir respecto de opción de equipo económico. Por formación, Bachelet hasta hace pocos años se sentía más cercana a las tesis económicas del senador Carlos Ominami que a las liberales de Nicolás Eyzaguirre. Pero ha optado por formar su equipo económico con personas cercanas a las tesis de este último, como Mario Marcel y Andrés Velasco.
Fuente: Diario La Tercera de Santiago
Una constante de Michelle Bachelet en la campaña fue demostrar que "ella es la que manda". Lo que más le desagrada es que la estigmaticen como una mujer sin carácter. "Es una estrategia súper diseñada la del ninguneo, que viene desde que era ministra, exigiéndome equipos y propuestas cuando ni siquiera era candidata", ha dicho. Esto la lleva a un excesivo celo por el control y dificultad para delegar. Debido a que, además, desconfía de los políticos tradicionales, siempre busca mostrar que es ella y no éstos los que toman las decisiones. Estos rasgos fueron muy marcados en la primera vuelta. Un colaborador recuerda que el sábado 15 de octubre, cuando se le entregó el borrador de su programa de gobierno, ella citó a la plana mayor de su equipo en la noche y los recibió con el texto tachado casi en su totalidad. Su reacción se interpretó como una forma de afirmar su autoridad. Otro asesor señala que esta dificultad para delegar fue una de las causas de la desorganización que se vio en su comando en los días previos al 11 de diciembre.
2. Desconfiada y compartimentada
Su historia política la ha marcado como una persona desconfiada, que prefiere trabajar en forma compartimentada. Entre 1970 y 1973 ocultó su militancia socialista porque vivía en una villa de la Fuerza Aérea. Y durante el régimen militar inició un trabajo clandestino apoyando a militantes del PS ocultos. "Eso tiene que ver con la formación que tuvimos como generación y con el clandestinaje", comenta un integrante del comando. Sus propias declaraciones delatan este rasgo. "Fobias no tengo, salvo a los chupamedias, a esa gente para quienes al día siguiente de mi nombramiento pasé a ser la Michellita", dijo en una entrevista tras asumir en Salud. Por su mentalidad de célula tiende a segmentar la información y trabajar con hermetismo. "Con ella nadie tiene toda la información", afirma un colaborador. "Es empática, amable, pero no es posible penetrarla para saber qué piensa, con quién toma decisiones, cuándo está enojada", dice un personero que colaboró varios meses con ella.
3. El fantasma de la traición
El temor a la traición es otro elemento distintivo. No olvida que a su padre lo encarcelaron y torturaron en 1973 por orden de oficiales que habían sido compañeros de toda la vida. Tampoco que una amiga suya, integrante del MIR, quien dio su nombre y el de su madre, Angela Jeria, a la Dina, lo que llevó a su detención en Villa Grimaldi. Menos aún que su pololo, Jaime López, dirigente del PS, se transformó en colaborador de los organismos de seguridad tras haber sido torturado. "El fuego amigo es el que más duele", ha dicho la hoy Presidenta electa. Por eso valora la leatad y la reserva.
4. Toma de decisiones
La lentitud para tomar decisiones es otra de sus características lo que ya generó críticas cuando fue ministra de Salud y Defensa, por la falta de avance en las agendas legislativas de esas carteras. Cercanos atribuyen esto a a su formación de médico: "Primero estudia, luego evalúa y sólo después actúa", dicen en el comando. La dificultad para delegar acentúa este punto. "Frei no dominaba todos los temas, pero delegó. Ella no lo hizo nunca antes de la primera vuelta", dice un personero que la conoce.
5. Empatía y liderazgo femenino
Empática y muy cálida, su inteligencia emocional ha sido un componente no menor de su ascenso político. En julio del 2004, cuando viajó a Haití como ministra de Defensa, durante un acto oficial el general Juan Carlos Salgado quedó en un puesto secundario. Pero ella se encargó de que se le buscara una silla y que se sentara a su lado, dándole un rol más importante. Así, el trato cara a cara le ha permitido ganar importantes aliados. A esta característica se suma su identidad femenina, lo que ella considera la esencia de su liderazgo. Bachelet piensa que las mujeres hacen política de manera muy distinta a los hombres, en forma más cálida y cercana, y por lo tanto más confiable en su opinión. Ser mujer y su obsesión por eventuales discriminaciones de género la han marcado. Cuando asesoraba al Ministerio de Salud en los 90, se disgustaba cuando le sugerían no viajar a regiones para no dejar solos a sus hijos.
6. Disciplinada y exigente
Quienes han trabajado con Bachelet destacan su autodisciplina, calificándola como exigente consigo misma y sus colaboradores. En su rol de candidata solía trabajar desde las 6.30 de la mañana hasta las 11 de la noche, aunque varias veces su jornada se alargaba más allá de la medianoche. Cuando estuvo en Salud no dormía más de cuatro o cinco horas diarias, mientras que en Defensa laboraba habitualmente los fines de semana. Uno de sus asesores en el comando dice que ella "siempre se acuerda de todo lo que le ha pedido a alguien, aunque hayan pasado semanas". A esto se suma que suele ser bastante detallista.
7. Pragmatismo político
Su pragmatismo político lo ha demostrado muchas veces. La última fue después del 11 de diciembre, cuando incorporó a figuras emblemáticas de la Concertación de las cuales antes había tomado distancia, como Andrés Zaldívar. Otra demostración fue su cordial relación con el mundo militar como ministra de Defensa, a pesar de lo ocurrido con su padre. En Salud, su idea inicial era fortalecer el sistema estatal, pero dijo que después se dio cuenta que no tenía sentido ampliar la infraestructura pública si la privada estaba disponible. Lo mismo se puede decir respecto de opción de equipo económico. Por formación, Bachelet hasta hace pocos años se sentía más cercana a las tesis económicas del senador Carlos Ominami que a las liberales de Nicolás Eyzaguirre. Pero ha optado por formar su equipo económico con personas cercanas a las tesis de este último, como Mario Marcel y Andrés Velasco.
Fuente: Diario La Tercera de Santiago
espíritu necesaria, pero debe ser controlada
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