Caos y amenaza de ruptura en el gobierno de Francia

En la Asamblea Nacional el gobierno y la oposición eran ayer parte del psicodrama que sacude a Francia. El primer ministro Dominique de Villepin extendía una mano "al diálogo", en un día muy tenso y con públicas evidencias de crisis de gobierno, mientras el líder socialista Francois Hollande lo acusaba de querer incendiar el país con su intransigencia.Un estudiante muerto en condiciones misteriosas en la ocupada universidad de Estrasburgo y un manifestante agonizante después de la represión policial, demostraban que la rebelión en Francia contra el contrato de primer empleo sólo se agravaba. "Yo me hago la pregunta y peso lo que digo. ¿Hoy el primer ministro es un dirigente responsable? Cuando uno está en esta situación uno cierra toda apertura, cierra todas las puertas y no encuentra otra solución que la confrontación", declamaba Hollande, la máxima autoridad del socialismo francés. Unos y otros se agarraban la cabeza, sin distinción de partidos. Con sus cachetes enrojecidos de bronca, Hollande prosiguió en su disección de las intenciones de Dominique de Villepin. "El primer ministro, lejos de considerar el estado del país, lejos de saber si el CPE está adaptado o no a la situación del mercado del empleo, está en una estrategia personal, política: meter a su mayoría detrás de él, obligar al presidente de la República a protegerlo, forzar a Nicolas Sarkozy en la obligación de sostenerlo, comprometerse en una prueba de fuerza con la izquierda, los sindicatos, los jóvenes y conseguir, cualquiera que sea el precio de la situación, tener éxito", sintetizó. Cada uno medía sus palabras en un escenario teatral, republicano y en medio de una crisis que ha provocado una implosión en el gabinete del primer ministro, con una pública desmarcación del ministro del interior, Nicolas Sarkozy. En la sala, con cara de furia y frustración, cuando el premier explicaba a los diputados que estaba dispuesto a "un diálogo con los parteanaires sociales, con un espíritu abierto". Floridos argumentos y la misma obstinación para no retirar el contrato de primer empleo, que ha puesto a Francia en rebelión y a su propio gobierno en el caos interno y al borde de la caída. En una entrevista que se publica en la revista París Match, Sarkozy se inclina por el diálogo antes que la inflexibilidad y propone un período de experimentación de seis meses del CPE. "Hay un peligro en esta efervescencia liceísta y estudiantil y es que despierte la agitación en los suburbios, que continúan muy tensos. Ninguno puede creer que las cosas se pueden arreglar en tres meses en profundidad", dijo el ministro del Interior.Solidario pero diferente. "Si hay esta incomprensión es porque no tenemos diálogo. Debemos reatrapar el tiempo perdido. No debemos crispar", recomendó el ministro Sarkozy. Según el ministro del Interior y adversario del premier en las presidenciales, él expresó su visión primero a Dominique de Villepin y después, al presidente Jacques Chirac, que no ha intervenido en la crisis en las últimas 24 horas. "Experimentemos, evaluemos con las organizaciones sindicales, con las organizaciones de estudiantes. En este momento hay tres soluciones, o marcha y se lo conserva. O no funciona y es evidente que debemos hacer otra cosa. O marcha por la mitad y se lo modifica. Y así nadie pierde la cara", recomendó el ministro. Perder la cara o el poder es la cuestión de las últimas horas en Francia. Sarkozy puede perder su capital electoral en la crisis de los últimas días y destrozar su carrera a la Presidencia, en las elecciones que se celebrarán en 13 meses en Francia. El primer ministro Dominique de Villepin puede perder su cargo, si no encuentra un punto medio a una situación que se asemeja a un largo tubo sin salida. Hasta ahora no escucha ningún consejo y dejó al desnudo su absoluta ignorancia de la negociación política con un país en rebelión. El presidente Jacques Chirac no quiere ver el fin de su gobierno bajo el signo de la impericia y la incapacidad de negociar. La pregunta es si abandonará a o no su protegido Dominique de Villepin.