lunes, abril 24, 2006

EE.UU., China y el equilibrio global

La cumbre entre los presidentes George W. Bush y Hu Jintao en Washington, realizada días atrás, es un acontecimiento de máxima importancia para la política mundial. No sólo por el peso específico y magnitud de ambos países sino también porque el tono de su relación bilateral tiene una inocultable y decisiva influencia sobre la estabilidad, la seguridad y la paz internacional.

En primer lugar, se trata de los líderes de la principal potencia mundial y de la potencia económica de mayor crecimiento e impacto en la economía internacional. Ambas tienen, además, una creciente interdependencia; lo que actualmente repercute como un gran problema para los EE.UU., debido a los déficit récord en su balanza comercial y, específicamente, en el intercambio con China.
La economía estadounidense levanta barreras proteccionistas frente a los productos chinos pero depende de la afluencia del crédito externo que provee la pujante economía china. China, por su parte, debe regular los efectos de su crecimiento sostenido con una revaluación monetaria que permita reducir el superávit externo sin provocar una de su demanda interna. Al mismo tiempo, ambos países enfrentan la creciente transnacionalización de las principales empresas, lo que significa que cuanto mayor sea el signo cooperativo del vínculo bilateral mayor previsibilidad tendrá el curso de la economía global.
Finalmente, un escenario internacional poblado de señales de alerta y conflictos requiere de un concurso pacificador de las principales potencias. China puede jugar un papel de moderadora para que no se profundicen los desequilibrios que amenazan al planeta.
La cumbre entre los presidentes George W. Bush y Hu Jintao en Washington ha sido una demostración de alta diplomacia presidencial por sobre las grandes diferencias entre ambas potencias.
Fuente: Editorial del diario El Clarín de Buenos Aires

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