Ayer, mientras la secretaria de Estado Condoleezza Rice se dirigía a Israel, funcionarios de la administración de Bush declararon que reconocen que Siria es central en cualquier plan destinado a resolver la crisis de Medio Oriente, y que están buscando maneras de alejar a Damasco de su alianza con Teherán. También dijeron que no planean reanudar conversaciones directas con el gobierno sirio. Los contactos de Estados Unidos con Damasco son escasos desde el asesinato, en 2005, del ex premier libanés, Rafik Hariri. Washington retiró a su embajador y ha impuesto sanciones al gobierno y a los bancos sirios. También congeló las inversiones de los funcionarios sirios involucrados en el asesinato.
Funcionarios del gobierno norteamericano declararon en los últimos días que están en las primeras etapas de un plan destinado a instar a Arabia Saudita y Egipto a que presionen a los sirios para que tomen una posición clara en contra de Hezbollah. "Creemos que los sirios escucharán más a sus vecinos árabes que a nosotros", dijo uno de ellos, que requirió anonimato.
Existen varios obstáculos importantes para lograr algo así. Puede presentar el riesgo de estimular a Siria a reclamar algo de su influencia sobre el Líbano, que perdió cuando sus tropas se vieron forzadas a retirarse, el año pasado. Tampoco está claro con cuánta fuerza los países árabes impulsarán una causa que se considera beneficiosa para Estados Unidos e Israel. Muchos especialistas en Medio Oriente se muestran escépticos sobre la posibilidad de que sea viable un acuerdo duradero sin conversaciones directas entre Estados Unidos y Siria.
Ese intento se inició ayer, cuando Bush se reunió con el canciller saudita, Saud al-Faisal, y con el jefe del Consejo de Seguridad Nacional Saudita, el príncipe Bandar ben Sultan.
Funcionarios del gobierno norteamericano declararon en los últimos días que están en las primeras etapas de un plan destinado a instar a Arabia Saudita y Egipto a que presionen a los sirios para que tomen una posición clara en contra de Hezbollah. "Creemos que los sirios escucharán más a sus vecinos árabes que a nosotros", dijo uno de ellos, que requirió anonimato.
Existen varios obstáculos importantes para lograr algo así. Puede presentar el riesgo de estimular a Siria a reclamar algo de su influencia sobre el Líbano, que perdió cuando sus tropas se vieron forzadas a retirarse, el año pasado. Tampoco está claro con cuánta fuerza los países árabes impulsarán una causa que se considera beneficiosa para Estados Unidos e Israel. Muchos especialistas en Medio Oriente se muestran escépticos sobre la posibilidad de que sea viable un acuerdo duradero sin conversaciones directas entre Estados Unidos y Siria.
Ese intento se inició ayer, cuando Bush se reunió con el canciller saudita, Saud al-Faisal, y con el jefe del Consejo de Seguridad Nacional Saudita, el príncipe Bandar ben Sultan.
Continue leyendo este rtículo que trae hoy el diario La Nación de Buenos Aires
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