lunes, octubre 16, 2006

EL PÉRFIL DE VALENTIN PANIAGUA


Profesión: abogado Estado civil: casado (con Nilda Jara Gallegos) Religión: Católica Hijos: Valentín, Susana, Francisco y Jimena Agrupación: Frente de Centro (Acción Popular, Somos Perú y Coordinadora Nacional de Independientes) Principales propuestas: transformación del sistema educativo y reestructuración de la Corte Suprema

Mal acostumbrados a llamarlo 'muertito'; a caricaturizarlo como un inofensivo político de peluche incapaz de pelearse con nadie; o a mirarlo cual si fuese el esponjoso abuelito al que todos quisiéramos apapachar, hemos perdido de vista las bondades que Paniagua tiene como contendor electoral.

Sin embargo, bastaría con aludir a tres hitos de su vida pública para desencasillarlo, arrancarle ese forzado rótulo de viejecito tierno, y recordar que se trata de un hombre que supo ofrecer pelea cuando buscaron pisotearlo.

1) La noche del domingo 28 de enero de 2001, en su programa "Tiempo Nuevo", el periodista Nicolás Lúcar tuvo la infeliz ocurrencia de sugerir que el entonces presidente Paniagua había recibido treinta mil dólares de la mafia de Montesinos para su campaña al Congreso. Lúcar --que se basó en el falso testimonio de Ronald Pereda, otrora chofer de los ex dueños de canal 4-- jamás contrastó sus fuentes y debió comerse una merecida y memorable cuadrada en vivo y en directo. "A usted lo responsabilizo por esta maniobra torpe, sucia, subalterna que el país debe conocer y que responde, sin duda, al propósito de cubrir la inmoralidad. No puedo mantener la serenidad frente a esta imputación inmunda. No tengo más que dialogar con usted", espetó un iracundo y contundente Paniagua antes de colgarle al atontado conductor. "Cuando lo tuvo en la línea no lo dejó hablar y cuando terminó tiró el teléfono tan fuerte que rebotó y cayó al suelo", apunta Mario Razzeto, quien fuera su asesor de prensa en palacio.

2) Tres años después --en abril de 2004-- el congresista de Unidad Nacional (UN) José Barba se desbocó y calificó a Paniagua de "político de segunda fila", ya que --según él-- fue designado presidente provisional por ser el más inocuo, el menos peligroso. "Se comportó como un madero que se deja llevar por la corriente", remató Barba. Paniagua sintió el guantazo, pero tuvo el tino de no pisar ese provocador palito y, a cambio, devolvió una modesta flor: "Pueden decir lo que quieran, yo agradezco a los que valoran lo poco que puedo haber hecho". Al final del erizado capítulo, la lideresa de UN, Lourdes Flores, se vio en la necesidad de pedir públicas disculpas por el majadero exabrupto de su legislador.

3) Ese mismo año, en noviembre, Valentín recibió otro ataque, uno más difícil de amagar si tomamos en cuenta que el ejecutante fue el prestigioso economista Hernando de Soto. "Paniagua no sabe lo que hace, no está preparado", opinó De Soto ante Cecilia Valenzuela luego de señalar que durante su gobierno "desmanteló el sistema de titulación de propiedad". Paniagua toreó esa acusación con elegancia y respondió: "No polemizo con aquellos que se dedican a los negocios. Yo escojo a mis adversarios, y quien utiliza la mentira no merece un debate". Tan mal parado quedó De Soto en ese lance, que a los pocos días emitió una declaración en clave de contricción: "No fue mi intención atacar a Paniagua".

Pero ojo que la bravura no es un valor tardío en la biografía del candidato del Frente de Centro. El periodista César Levano cuenta que, en Cusco, Valentín se convirtió muy temprano en el reformista líder del Frente Universitario Independiente que disputaba con comunistas y apristas la conducción de la movida estudiantil de la Universidad San Antonio Abad.

De hecho, en la época más decadente del fujimorismo, Paniagua también se rebeló contra el régimen participando en la Marcha de los Cuatro Suyos. Gloria Helfer --que marchó a su lado-- recuerda cómo Valentín avanzaba, sin máscara, entre las columnas de humo de las bombas lacrimógenas. "Se preocupó por mí toda la jornada y se portó como un caballero", relata Gloria.

Un ex alumno suyo me cuenta que mucho antes de eso, en abril de 1992, al día siguiente de la arbitraria disolución del Congreso a manos de Fujimori, Valentín dio otro golpe cívico y principista cuando llegó a la Universidad de Lima y, al ingresar al salón donde debía dictar una clase de Derecho Constitucional, enérgicamente les advirtió a sus alumnos: ¡ Ya no tengo nada que enseñarles!

NO QUIERO SER PRESIDENTE


A pesar de ese muestrario de actitudes vigorosas y nada tembleques, y más allá del importante respaldo que las encuestas aún registran a su favor, hay algo que lleva a pensar que Paniagua no disfruta del todo la competencia electoral y que no se siente muy a gusto en el papel de candidato. Y no lo sugerimos por los argumentos retadores que ventilan sus adversarios ("pareciera que no tiene ganas de participar", dijo no hace mucho el aprista Mauricio Mulder), sino por las íntimas convicciones que Valentín ha filtrado en diversas ocasiones. En abril del 2004, por ejemplo, Paniagua confesaba a El Comercio que sus aspiraciones políticas no contemplaban la futura posibilidad de ocupar la presidencia. "Creo que hay tener vocación y un deseo muy ferviente para llegar a la presidencia, y yo no los tengo. Nunca la tenté ni estuvo en mis cálculos hacerlo. Y creo que tampoco el futuro puede dejarme abierta esa perspectiva", reflexionaba. En una entrevista anterior, el 2001, cuando ya abandonaba palacio, subrayó cuánto le molestaba tener que vivir en presencia de los medios de comunicación. "Me incomoda la imposibilidad de tener privacidad, así como no poder circular tranquilamente por las calles como cualquiera", requintaba, con cierta añoranza por la asolapada vida de profesor y profesional cumplidor que solía llevar.

Está claro, pues, que en el ADN de Paniagua no circula el gen del apetito de poder. Él jamás bailará reggaetón como Alan, ni jugará carnavales como Lourdes, ni prometerá fusilar a todo el 'establishment' como Humala. "No le corre a la competencia política, pero tiene mucho sentido de la dignidad personal y el autoaprecio", me dice Juan Incháustegui, ex ministro de Industria de Paniagua y uno de sus mejores amigos de infancia.

Pero lo que mejor ilustra las reticencias de Paniagua es el hecho de reconocer que su espíritu es académico antes que político. El 2001, durante la ceremonia en la que su alma máter, la Universidad San Marcos, le otorgó el doctorado honoris causa, Valentín --emocionado hasta el tuétano-- confesó que esa era la distinción que más había pretendido: "Este es tal vez el único honor que ambicioné secretamente a lo largo de toda mi vida".


Continue leyendo el artículo preparado por el diario limeño El Comercio


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