Por primera vez en doce años, la oposición demócrata de Estados Unidos asumirá hoy formalmente el control de ambas cámaras del Congreso nacional, con la promesa de acercarse más a América latina y con una agenda heredada que estará dominada por la cada vez más impopular guerra en Irak.
De esta forma, el presidente George W. Bush, un republicano, deberá convivir en los dos últimos años de su segundo mandato -y por primera vez desde que asumió el poder, en enero de 2001- con un Congreso opositor. Consciente del nuevo poder de los demócratas, Bush se puso ayer en guardia y pidió a los legisladores que "dejaran de lado la política" y trabajaran juntos por el futuro del país. La llegada de los demócratas al poder se produce después de que su partido arrasó en las elecciones legislativas del 7 de noviembre pasado, que estuvieron marcadas por el creciente descontento de los norteamericanos con las políticas del gobierno republicano en Irak. Los demócratas tendrán a partir de hoy 16 escaños de ventaja en la Cámara de Representantes y una mínima mayoría de 51-49 en el Senado. Un día antes de asumir el control del Congreso, varios de los más importantes legisladores demócratas acusaron al gobierno de Bush de haber desatendido a América latina, y afirmaron que buscarán un acercamiento con la región. No obstante, evitaron especificar si aprobarán una demorada reforma migratoria, que podría beneficiar a miles de latinos indocumentados en Estados Unidos, y los tratados de libre comercio con países de la región que esperan la ratificación del Congreso norteamericano. "América latina ha sido ignorada durante demasiado tiempo por el gobierno", dijo Harry Reid, jefe de la mayoría demócrata en el Senado, que regresó anteayer a Washington tras encabezar una gira de congresistas por Bolivia, Ecuador y Perú. "Desafortunadamente, en los últimos seis años se produjo una caída del compromiso de Estados Unidos de establecer una relación duradera con América latina", lamentó, por su parte, el senador de origen hispano Ken Salazar. "Por culpa de la desatención del gobierno, la influencia de Estados Unidos en América latina se redujo sensiblemente y las relaciones entre las naciones de la región y Washington se crisparon", agregó. También el presidente del influyente Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el demócrata Joseph Biden, prometió "mucha más atención para América latina".
El gobierno de Bush parecería compartir las intenciones demócratas. El jefe de la diplomacia estadounidense para América latina, Tom Shannon, no dudó en presentar a 2007 como "el año del compromiso" de Estados Unidos con la región. El diplomático reconoció, no obstante, que su gobierno tendrá que dialogar con los nuevos líderes demócratas del Congreso para lograr la ratificación de los tratados de libre comercio con Perú y Colombia y Panamá. "Todavía es demasiado pronto" para saber cuál será la política del nuevo Congreso para la región, dijo Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas. "Los demócratas desean tener una relación más positiva con América latina, pero la pregunta es qué significa esto específicamente. ¿Significa aprobar acuerdos comerciales? ¿Significa aprobar una reforma migratoria?" Los demócratas, más proteccionistas que los republicanos, ya adelantaron que analizarán "cuidadosamente" los acuerdos comerciales y que pedirán mayores compromisos laborales y medioambientales de parte de los países firmantes.
Respecto de la reforma migratoria, que los republicanos bloquearon en el Congreso el año pasado, Reid y otros demócratas se comprometieron a aprobar una ley que permita regularizar a millones de indocumentados, como también reforzar el control de las fronteras. Irak, tema dominante Los legisladores consultados, sin embargo, dejaron en claro que la guerra en Irak seguirá siendo el tema que dominará el Congreso hasta las elecciones presidenciales de 2008. Desde hoy, los demócratas tendrán que lidiar con el nuevo plan que Bush presentará en los próximos días para Irak -que previsiblemente incluirá un aumento temporal de tropas- y con el pedido de la Casa Blanca de otros 100.000 millones de dólares para financiar la guerra. Además, los demócratas ya están organizando audiencias sobre los errores del gobierno en Irak, un tema de probable confrontación en los próximos meses. Ante este desalentador panorama, Bush intentó ayer defender su política en Irak. "El Congreso cambió, pero las obligaciones hacia nuestra nación, no", dijo el mandatario. "Debemos ganar la guerra contra el terrorismo y mantener a Estados Unidos seguro", añadió.
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