Cuando Chen Rui cumplió 50 años, la edad en que se jubilan las mujeres chinas, inmediatamente hizo lo mismo que millones de personas de su generación: salir a la búsqueda de un nuevo trabajo. Si bien una segunda carrera laboral es común en Occidente y puede ser vista como una forma de satisfacer ambiciones postergadas, para un gran número de chinos que tuvieron familia bajo la estricta política del hijo único, se trata, sobre todo, de una cuestión de supervivencia.
El porcentaje de gente de mayor edad está aumentando más rápido en el gigante asiático que en cualquier otro país importante, con un número de jubilados que, según las previsiones, se duplicará entre 2005 y 2015, cuando alcance los 200 millones. Hacia mediados de este siglo, 430 millones de chinos –casi un tercio de la población– serán jubilados. Ese incremento impondrá enormes demandas a las finanzas del país y podría amenazar las bases de la economía china, que prosperó durante décadas con la mano de obra barata de cientos de millones de trabajadores jóvenes sin instrucción de las zonas rurales. Los cambios en la demográfica china se registran a la par de los cambios en la estructura familiar. La llamada política del hijo único que tiene país, que comenzó en 1980, significa que, a partir de la actual generación de jóvenes adultos, los matrimonios afrontarán la dura tarea de cuidar a cuatro padres viejos. Por la misma razón, la proporción de trabajadores en relación con la gente jubilada disminuirá de casi seis a uno hoy a aproximadamente dos a uno para 2040. Sin duda, aumentar las actuales edades jubilatorias, de 50 a 55 años para las mujeres y de 55 a 60 para los hombres, con el propósito de que estén más a tono con las normas internacionales aliviaría considerablemente la presión sobre el régimen jubilatorio. Pero elevar las edades jubilatorias presenta otra serie de problemas para el gobierno, según advierten aquí los expertos en seguridad social.
Por ejemplo, el año pasado, 4.130.000 jóvenes chinos egresaron de universidades, y el 30% de ellos aún está sin empleo. El desempleo también es elevado entre los graduados no universitarios. Extender el empleo para los trabajadores de más edad empeoraría esta ya difícil situación, posiblemente con consecuencias explosivas. Mientras tanto, romper una promesa de toda la vida y abruptamente extender la edad jubilatoria crearía otro considerable grupo de descontentos. Consecuentemente, el gobierno no ha logrado llegar a un consenso para resolver el problema, lo cual está dejando a personas como Chen en una posición cada vez más difícil.
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