Como les ocurre a los seres humanos, la Unión Europea (UE) celebra este fin de semana su 50° aniversario con gran pompa, pero también en medio de una gran crisis existencial. Mañana, los líderes europeos se reunirán en Berlín para conmemorar con una solemne declaración de optimismo la firma del Tratado de Roma, que dio nacimiento a la Mercado Común Europeo hace medio siglo. En contraste con el entusiasmo festivo de Berlín, la mitad de los 500 millones de ciudadanos de los 27 países miembros se pregunta para qué sirve ese bloque, al que perciben como la puerta de entrada de un liberalismo desenfrenado que ha terminado con la justicia social. "La UE atraviesa la peor crisis de toda su existencia", reconoció Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea de 1985 a 1994.
Según un sondeo publicado esta semana por el diario británico TheFinancial Times, el 44% de los ciudadanos de Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña y España piensa que su vida ha empeorado dentro de la Unión.
La idea europea cristalizada en Roma en 1957 se materializó en torno de una doble ambición: reconstruir una Europa aún convaleciente del derrumbe político y económico de la Segunda Guerra Mundial, crear una prosperidad que pudiera evitar nuevas tentaciones totalitarias y, sobre todo, prevenir el resurgimiento bélico en un continente que fue escenario de dos conflictos mundiales en 30 años.
Medio siglo después, los testigos del horror van desapareciendo y la paz ya no es una prioridad. Sin embargo, el éxito de ese proyecto es innegable.
La aventura que comenzó en 1957 en la majestuosa Sala de los Horacios y los Curiacios en el Museo Capitalino de Roma, con Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, se ha transformado en el primer espacio político transnacional del mundo.
Con altos y bajos, la UE defiende con ahínco la democracia, la justicia social, los derechos humanos, la solidaridad, la calidad de vida, el desarrollo sustentable y la paz.
En etapas sucesivas, su proceso de expansión fue abriendo las puertas a otros países del continente que salieron de las privaciones y la opresión para acceder al desarrollo y a la vida democrática. Hoy, la UE va desde el Mar de Irlanda hasta el umbral de Rusia y desde el Artico danés hasta el corazón del Mediterráneo (Malta). Los únicos que aún se mantienen fuera de la UE son Islandia, Noruega y Suiza.
En menos de tres generaciones, los logros no fueron pocos: reconciliación franco-alemana; creación de la Corte Europea de Derechos Humanos; supresión de controles fronterizos en los países del espacio Schengen; lanzamiento de una moneda única; subvenciones para el desarrollo regional que han permitido el despegue de las economías atrasadas; un incipiente sistema de defensa común y, sobre todo, la consolidación de la democracia en países salidos del totalitarismo. Aunque siempre se lo contabiliza como una victoria norteamericana, la caída del Muro de Berlín hubiera sido imposible en una Europa desunida.
En el terreno económico, la introducción de la moneda única aumentó el intercambio comercial intraeuropeo entre el 5 y el 15%, según cifras de la OCDE. En cinco años, el euro ha sido la única divisa capaz de rivalizar con el dólar. Hoy representa el 25% de las reservas monetarias mundiales en divisa extranjera. Esta "vieja" Europa incluye cinco de las economías más eficaces del globo (Dinamarca, Finlandia, Suecia, Gran Bretaña e Irlanda) y a cinco de las 10 potencias económicas (Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y España).
Según un sondeo publicado esta semana por el diario británico TheFinancial Times, el 44% de los ciudadanos de Francia, Alemania, Italia, Gran Bretaña y España piensa que su vida ha empeorado dentro de la Unión.
La idea europea cristalizada en Roma en 1957 se materializó en torno de una doble ambición: reconstruir una Europa aún convaleciente del derrumbe político y económico de la Segunda Guerra Mundial, crear una prosperidad que pudiera evitar nuevas tentaciones totalitarias y, sobre todo, prevenir el resurgimiento bélico en un continente que fue escenario de dos conflictos mundiales en 30 años.
Medio siglo después, los testigos del horror van desapareciendo y la paz ya no es una prioridad. Sin embargo, el éxito de ese proyecto es innegable.
La aventura que comenzó en 1957 en la majestuosa Sala de los Horacios y los Curiacios en el Museo Capitalino de Roma, con Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, se ha transformado en el primer espacio político transnacional del mundo.
Con altos y bajos, la UE defiende con ahínco la democracia, la justicia social, los derechos humanos, la solidaridad, la calidad de vida, el desarrollo sustentable y la paz.
En etapas sucesivas, su proceso de expansión fue abriendo las puertas a otros países del continente que salieron de las privaciones y la opresión para acceder al desarrollo y a la vida democrática. Hoy, la UE va desde el Mar de Irlanda hasta el umbral de Rusia y desde el Artico danés hasta el corazón del Mediterráneo (Malta). Los únicos que aún se mantienen fuera de la UE son Islandia, Noruega y Suiza.
En menos de tres generaciones, los logros no fueron pocos: reconciliación franco-alemana; creación de la Corte Europea de Derechos Humanos; supresión de controles fronterizos en los países del espacio Schengen; lanzamiento de una moneda única; subvenciones para el desarrollo regional que han permitido el despegue de las economías atrasadas; un incipiente sistema de defensa común y, sobre todo, la consolidación de la democracia en países salidos del totalitarismo. Aunque siempre se lo contabiliza como una victoria norteamericana, la caída del Muro de Berlín hubiera sido imposible en una Europa desunida.
En el terreno económico, la introducción de la moneda única aumentó el intercambio comercial intraeuropeo entre el 5 y el 15%, según cifras de la OCDE. En cinco años, el euro ha sido la única divisa capaz de rivalizar con el dólar. Hoy representa el 25% de las reservas monetarias mundiales en divisa extranjera. Esta "vieja" Europa incluye cinco de las economías más eficaces del globo (Dinamarca, Finlandia, Suecia, Gran Bretaña e Irlanda) y a cinco de las 10 potencias económicas (Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y España).
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