Mauricio Macri rompió el maleficio del ballottage: con el impactante impulso del 61 por ciento de los votos se convirtió anoche en el próximo gobernante de la ciudad de Buenos Aires y, seguramente, en el jefe de la oposición al proyecto nacional del presidente Néstor Kirchner. Por primera vez una fuerza de centroderecha tendrá el poder en la ciudad autónoma. Y si eso no alcanzara para inquietar al Presidente, el domingo electoral le entregó otra derrota amarga: Fabiana Ríos, la candidata de ARI, le arrebató la gobernación de Tierra del Fuego al kirchnerista Hugo Cóccaro.
La doble victoria opositora empieza a diseñar una nueva distribución del poder en el país, justo en los días previos a que el Gobierno comunique si Cristina Kirchner será finalmente la candidata a suceder a su esposo. Ese anuncio se demorará más de lo previsto, confirmaron fuentes oficiales después de admitir el efecto de los resultados de ayer. Ya en la noche del festejo, Macri pareció sugerir que su papel no se limitará a la ciudad: “Ganó la democracia. El país en que vivimos merece que hagamos un sacrificio para construir un futuro mejor”. Después confirmó que hoy pedirá una reunión con el Presidente. La magnitud de la victoria había eliminado cualquier suspenso. Daniel Filmus, el candidato del Presidente, reconoció la derrota (aunque sin mencionar a Macri) a las 20.12. Apenas terminó de hablar, Macri sorprendió al dejar a su compañera de fórmula, Gabriela Michetti, la responsabilidad de dar el primer discurso triunfal. “Llegó la hora de hablar menos y hacer más”, dijo Michetti. Luego lo repitió el propio Macri, como si fuera el nuevo eslogan de los ganadores. En medio de la euforia de miles de simpatizantes y el baile casi ritual de los candidatos de Pro, el futuro jefe de gobierno habló anoche con el actual, Jorge Telerman, para empezar a organizar la transición. Según el escrutinio oficial (se cerró a las 22.30), la fórmula de Pro pasó el millón de votos. Macri cree que ese caudal le dará fuerza para negociar con la Casa Rosada la cesión de servicios, en especial el de policía. Para eso quiere ver a Kirchner. En el hotel donde Filmus esperó el desenlace, fuentes del gabinete dijeron que el Presidente podría recibir al ganador esta semana. El kirchnerismo intentó explicar que la caída, previsible en todos sus detalles, era “una derrota digna”, pese a que no logró reducir la diferencia de 21,85 puntos registrada hace tres semanas en la primera vuelta. La brecha incluso se amplió unas centésimas.
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