No sólo para el combustible, la comida, el agua y el gas dependen los empobrecidos palestinos de Israel. Como tampoco tienen moneda propia, usan a diario el shekel. Y en cuanto aparece un extranjero, se debaten entre la dignidad y la desesperación por arremolinarse en torno de él, con la certeza de que en el bolsillo tiene que haber lo que aquí no se ve ni en foto: dólares. Ahora que el feroz choque interno entre los extremistas islámicos de Hamas y los moderados de Al-Fatah lleva unos días sin cruzar tiros, la decisión adoptada ayer por Israel de devolver a los palestinos los millones de dólares que les retuvo amenaza con desatar una nueva guerra: la guerra por el dinero. "Vamos a ver qué pasa ahora con esa plata y quién se la queda. Vamos a ver si es para todos o sólo para algunos", decían ayer en esta ciudad, donde el dinero se escurre junto con la esperanza. Eso, en cuanto se supo la condición del premier israelí, Ehud Olmert, de que los cerca de 600 millones de dólares en cuestión fueran para el gobierno del "presidente «Abu Mazen»" (nombre de guerra de Mahmoud Abbas), que es fuerte en Cisjordania. Y -según condicionó Olmert- "no para los terroristas de Hamas", en alusión a la agrupación política extremista que ganó las últimas elecciones con el 62 por ciento de los votos y que, tras la fractura interna de la autoridad palestina, es quien manda aquí, en esta otra parte de la autonomía, donde reside lo más pobre de esta nación sin Estado.
¿Qué hará Abbas con la plata que ahora devuelve Israel?
Ayer, los de Hamas lanzaron un desafío. "Estaremos muy atentos a lo que pasa, porque ese dinero no es del presidente, sino de los palestinos. Y, como tal, no tiene más remedio que darlo a todos. Porque, de lo contrario, perderá legitimidad y se convertirá en herramienta del proyecto de Israel y de Estados Unidos para esta región", dijo a LA NACION un ministro de esta suerte de "gobierno de Gaza", Basen Naim. -¿Quiere decir que Israel pone al presidente Abbas en una encrucijada? -Llámelo como quiera. Pero está claro que no puede aislarnos, como pretende, con tanta facilidad. -También estará claro que ustedes se quedarán sin dinero para gobernar. -Llevamos meses viviendo sin dinero. -Pero algún día se acaba de verdad. Y cuando eso ocurra, ¿cómo pagarán los sueldos? -El dinero aparecerá. Porque este plan israelí de tener una Gaza pobre y aislada y, del otro lado, una Cisjordania que viva bien es un sueño que nunca será realidad. No todos piensan lo mismo. Y los signos de fatiga aparecen entre quienes no tienen sueldo, que son la mayoría. La escala sigue siendo cruel: difícilmente un palestino vea más de 300 dólares por mes. Un diputado de los 130 de su Parlamento cobra 10 veces más, no menos de 3000. Y, según se dice, ellos también andan quejándose.
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